¿Y si miramos a Zamora?

León es un buen argumento para un filandón de Noche de Difuntos. En muchos casos es un muerto viviente, un ánima en pena, una comparsa de la santa compaña. Seguimos siendo la segunda provincia de España con menor tasa de actividad y donde la mejora de la tasa de paro se debe más a la caída de la población activa que a la generación neta de empleo. ¿Y qué decir de la población?, pues que en las próximas décadas vamos a perder cerca de otros 50.000 habitantes. Uf, un argumento para un relato de terror.

La solución es complicada y compleja, salvo la facilona de quejarse y de echar la culpa al enemigo exterior. Así, desde Podemos se ha resucitado la idea del Pacto por León. Ya se intentó hace años y fue un fracaso. Sólo sirvió para hacer un magnífico reportaje fotográfico en el entonces abierto Parador de San Marcos y poco más. León tropieza en la misma piedra con asiduidad. Ahí está el ejemplo del pacto minero recién firmado y cuyos antecedentes han sido un fracaso tras otro. La primera mina que se cerró fue Hulleras de Sabero a finales de los ochenta y a los mineros y los municipios se les inyectaron decenas de millones de euros. ¿Cuál ha sido el resultado?: mucho suelo industrial, unas pocas empresas en activo y los empleos creados han sido totalmente insuficientes para mantener la actividad que había con las minas. ¿Se vive hoy en Sabero o en Cistierna mejor que en la década de los ochenta? No. Y lo mismo sucede en las cuencas de Laciana, Montaña central o Bierzo. Y eso que se han enterrado millones de euros.

El recién nombrado empresario de año, Alfredo Martínez Cuervo, un claro ejemplo de éxito empresarial gracias a la diversificación, lo decía muy claro y alto: “León está mal, muy mal”.

Está claro, ya conocemos el mal, ahora hay que poner remedio. También el otro día, el presidente de la Cámara de Comercio, Javier Vega, se salía de la norma habitual empresarial en León y centraba una conferencia sobre economía leonesa en plasmar su visión de futuro. Nada de victimismo ni de agravios. Autocrítica y uso de nuevas tecnologías, adaptación a los nuevos tiempos y aprovechamiento de oportunidades. ¿Alguien sabe lo que es el blockchain?, preguntó al auditorio Javier Vega. Claro que había gente que lo sabía, pero en la cara de  muchos empresarios se dibujó una cara de sorpresa. León necesita talento e iniciativa. Tics y biotecnología. Formación y formación dual. Logística, riesgo y responsabilidad. Adaptación a las nuevas tecnologías. Estas fueron las recetas de Vega.

Ahora, la cuestión es traducir al castellano esa cascada de anglicismos y de herramientas de futuro, como el blockchain. En Zamora, ahí al lado, en la provincia pobre de la Comunidad, por ejemplo, han puesto en marcha una iniciativa que va mucho más allá de los pactos por León o de León con futuro y de plataformas parecidas; en Zamora más de doscientos empresarios se han unido en Zamora 10 y han llegado al acuerdo, primero, que los políticos y las instituciones no tengan más protagonismo que el de acompañar y apoyar, que no es poco; y, en segundo lugar, definir diez proyectos de desarrollo, sólo diez, viables, financiables y con un calendario encima de la mesa para hacerlos realidad. Ya han puesto en marcha la Escuela de Técnicas Lácteas. La Caja Rural es un apoyo fundamental, algo que en León se perdió con la quiebra de Caja España. Algún día alguien calculará los tremendos daños causados en el tejido económico y social por la quiebra de Caja España. Irreparables.

Por una vez no estaría mal girar la vista a lo que se hace en Zamora, analizar el proyecto Zamora 10 y adaptarlo a la singularidad de León.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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