¿Y si gana Ciudadanos?

 

Las elecciones catalanas del jueves tendrán, claro está una lectura nacional, aunque lo primero, antes de nada, será despejar la incógnita de si su resultado hará o no gobernable a corto plazo Cataluña. Hay dudas y mucho miedo. La campaña ha puesto de manifiesto algo obvio: la división de la sociedad catalana en dos bloques. Se adivina un gran abismo. Una brecha casi infranqueable. La desafección es recíproca. Nunca como hasta ahora había crecido tanto el anticatalanismo en el resto de España. Es de psiquiatra. Un ejemplo: una entidad financiera de toda la vida de Castilla y León considera de alto riesgo conceder un aval para un negocio de viajes de ocio a la costa catalana. Muchos  visitas a empresas catalanas tendrá que hacer Rajoy para aminorar algo el gravísimo daño que se ha hecho en poco tiempo a la convivencia ciudadana en Cataluña. Tremendo.  ¿Serán las elecciones de este jueves una solución para la crisis catalana? La pregunta del  millón.

La conclusión de todas las encuestas electorales es unánime: Cataluña está dividida en dos bloques. Independentistas y constitucionalistas. Una de las incógnitas que despejarán las urnas este jueves es qué partido liderará cada bloque. A mí me da igual quien lidere a los independentistas, si Puigdemont o Junqueras. Son cuñas de la misma madera. Uno más meapilas que otro, pero ambos tienen claro que el objetivo común es la república catalana.

En el bloque constitucionalista salta la sorpresa al colocar las encuestas a la cabeza del liderazgo a Ciudadanos, precisamente un partido nacido en Cataluña y para Cataluña que, sorprendentemente, ha logrado expandirse con cierto éxito por el resto de España. Ciudadanos puede dar la campanada y ganar las elecciones catalanas. Lo haría a costa del PP y, sobre todo, aglutinando a los votantes que no suelen ir a votar en unas autonómicas catalanas. Cuánta más gente vaya a votar, más posibilidades tendrá Ciudadanos de ganar las elecciones. Y el PP de iniciar el camino de no retorno.

El gran activo de Ciudadanos en esta campaña ha sido utilizar un mensaje claro, directo, sin ambigüedades y unitario. Pueden presumir de que lo mismo que han dicho en Vic, por ejemplo, lo han mantenido en Madrid o en Bilbao. Sin dobleces. Quizás porque es un partido que tiene mucho que ganar y poco que perder. Ahí está, por ejemplo, su postura radical sobre el Concierto y el Cupo Vasco. Oposición tajante. Ha sido el único partido nacional que se ha opuesto a lo que consideran un privilegio fuera de lugar, carlistón, anticuado y absolutamente insolidario. Ciudadanos puede exhibir esa desacostumbrada coherencia porque no tiene representantes en el Parlamento vasco. Ni en el Parlamento gallego.

Por primera vez en la democracia española, un partido nacional y ajeno a PP y PSOE –excluyendo la etapa de la UCD- es alternativa real de gobierno en una autonomía de primera fila como es Cataluña. Millones de lupas van a estar pendientes en los próximos meses de los movimientos de Ciudadanos en Cataluña. ¿Será, de verdad, Ciudadanos una alternativa política real a los acostumbrados y acomodaticios gobiernos de PP o PSOE? Es una pena que el experimento político haya que hacerlo con champán, bueno con cava catalán, porque lo preferible hubiera sido utilizar agua. Cataluña va a necesitar en los próximos meses mucha sangre fría, mano izquierda, voluntad de diálogo, imaginación, ambición, capacidad de riesgo y altas dosis de responsabilidad.

Atentos, pues, a los resultados del 21-D en Cataluña porque luego llega el bucle de la lotería, el enésimo partido del siglo, la cena en familia de Nochebuena y los endulzados deseos de paz y amor de la Navidad. Demasiado mazapán. Pero , bueno, Feliz Navidad.

 

 

 

 

 

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