Viene Rivera y se marcha Silván… a Sevilla

 

Que viene Rivera. Tras la semana de pasión, León se presta a vivir la semana de la esperanza. Sin papones, ni velas de cera, sin inciensos ni cristos ensangrentados; todo lo contrario, llega la efigie de un adonis laico convertido en un San Sebastián acribillado por miles de dardos y transmutado en la esperanza blanca del centro derecha español. Llega Rivera a León en loor de encuestas electorales, a cuál de ellas mejor para sus intereses. Lo dicen todos los sondeos: si hoy hubiera elecciones generales las ganaría Ciudadanos de Rivera. En León, dicen las encuestas que los leoneses prefieren a Rivera como el mejor jefe político. Y todo ello a más de un año de las elecciones municipales y autonómicas. Elecciones en las que Ciudadanos tendría un enorme subidón en las Cortes de Castilla y León, parejo al bajón que se pronostica al PP. En la provincia leonesa, la tendencia es similar.

Pero un año en política es una eternidad. Sobre todo cuando está por resolver el gravísimo problema catalán, precisamente el conflicto que ha catapultado a Rivera en las encuestas y en la fama popular. Los mayores que antes votaban en masa al PP de Rajoy, ahora prefieren hacerlo a Rivera, convertido en el hijo modelo que todos hubieran querido. Un español que se viste por los pies y que hace frente con coraje  a los malvados independentistas catalanes.

Rivera está en la cima de la ola. Bueno, lleva ahí instalado varios meses y, la verdad, está gestionando bastante bien esa posición de privilegio. Aunque no es menos cierto que el PP de Rajoy se lo pone bastante fácil, mientras el PSOE no acaba de consolidar un mensaje sólido a nivel nacional. Y es que cada vez que Iceta tiene una idea en su Cataluña natal, hunde al PSOE a nivel nacional. Lo contrario que Rivera, cuyo tándem con Arrimadas funciona a la perfección. Un discurso de Arrimadas en el Parlament supone un nuevo empujón electoral para Rivera. Y ya van tantos empujones, que Rivera, claro está, se sale de las encuestas.

A ver que cuenta Rivera en sus comparecencias previstas en los próximos días en la capital leonesa. Hay expectación, sí. Así que, en buena lógica, el pabellón de La Torre y los salones del hotel Conde Luna se han de abarrotar para escuchar las propuestas del político nacional de moda. ¿Alguien le preguntará por su vieja propuesta de hacer desaparecer las diputaciones provinciales? En una provincia como la de León, en  la que la Diputación está tan arraigada, y más ahora que administra un remanente multimillonario con el que riega, como el maná, a los pequeños municipios de la provincia, es un asunto complicado que bien merece una explicación clara. Ya veremos.

Y al mismo tiempo que Rivera descienda del AVE que le traiga a León, el alcalde, Antonio Silván, hará lo mismo, pero para subirse al tren que le lleve a Sevilla, donde participará en la convención nacional de su partido. Una convención que, si las previsiones se cumplen, ha de ratificar las candidaturas de los actuales alcaldes a las elecciones municipales del próximo año. Y Silván, ya se sabe, está ungido por el dedo señalador de Rajoy y su equipo. Silván es, precisamente, la figura llamada a intentar frenar el auge de Ciudadanos en la capital leonesa. Silván contra el empuje de Rivera y sus chicos. Sí, no se deben mezclar churras con merinas, pero Silván, con el respaldo del presidente Majo, puede ser el único valladar leonés al ímpetu de Ciudadanos, partido que, por cierto, le ha dado al PP oxígeno político durante toda esta legislatura en el Ayuntamiento de la capital. Va a ser un duelo interesante, una vez que se disipen los sabrosos olores de la capitalidad gastronómica 2018.

 

 

 

 

 

 

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