Viaje y descubrimientos

Hace tiempo leí o escuché decir a alguien, no recuerdo bien, que viajar era “descubrir”, descubrir nuevos horizontes, nuevos paisajes, gentes, culturas, colores, olores, comidas (gusto), sensaciones, vivencias…Me gustó. Totalmente de acuerdo. Me gusta viajar y “descubrir”. Es más, aunque vuelva a los mismos sitios al cabo de cierto tiempo, siempre descubro nuevas cosas, rincones, colores, anécdotas, sensaciones…

Tal vez el lugar donde primero sentí “eso” fue en Roma, hace ya 19 años (uff, ¡qué mayor!). Era la primera vez de muchas cosas, mi primer viaje al extranjero, mi primer viaje sola, sin familia, mi primera peregrinación. Fue como una explosión de descubrimientos, sobre todo sensaciones. Necesitaba reposarlo todo, sólo tenía claro que quería volver, necesitaba volver. Cuando pasaron todos esos picos de emociones lo seguía teniendo claro, necesitaba y quería volver.

Bueno, pasaron casi 20 años y se cumplió, volví. Hace unos quince días regresé a Roma y Loreto. También en peregrinación, ya no la primera, ni siquiera la segunda o la tercera. Pero no por ello menos llena de descubrimientos. Yo he crecido, en años no en altura…bueno un poquito a lo ancho, ejem. Sin familia, físicamente, porque me llevé a mis padres ya fallecidos y a mis hermanos conmigo en el corazón, para ponerlos al pie de la Madre, en Loreto. Así que descubrí nuevas sensaciones, nuevas experiencias.

Roma, la Eterna, la casa de todos los que nos consideramos cristianos católicos. Esto no es de mi cosecha, lo he leído en algunos libros de autores cristianos, teólogos, conversos, que llaman a su conversión “regreso a Roma, a casa”. Pero sí que lo descubrí en primera persona, no como conversión, sino como el que lejos de su hogar siente que está en “casa”, que al entrar en el Vaticano son las puertas de su casa las que se le abren.

Pero al margen de las vivencias y experiencias personales de descubrimiento, de los lugares, siempre por descubrir, hubo algo, un dato que me dio qué pensar, que me sobresaltó. Fue también un descubrimiento, reconozco mi ignorancia. Siempre había creído que los primeros años del cristianismo habían sido lo peores en cuanto a persecuciones y derramamiento de sangre de cristianos se refiere. En mi desconocimiento muchas veces me decía: “gracias a Dios que yo no nací en esa época, no sé si mi fe se hubiese mantenido”. El martirio me parece atroz y algo que no creo poder resistir, menos mal que ahora somos más civilizados y “tolerantes”. Sí, ja.

¿Saben que el siglo XX supera y mucho el número de mártires a todos los que sufrieron el martirio con los romanos? Sí,  esos que eran llevados al circo, de fieras y gladiadores, no el circo de los de ahora. Parece que murieron muchos, ¿sí? Pues sí, fueron muchos. Por eso para los cristianos no son simplemente piedras o ruinas llenas de historia las que visitas, son lugares de oración. Las catacumbas son la prueba histórica de que la Iglesia en su origen fue una Iglesia de mártires. Numerosísimos, los historiadores consideran, sin dar un número exacto, que fueron algunos miles.

Bien pero ahora las circunstancias han cambiado para mejor, no somos tan “bestias”, y algunos dirán que ahora la situación de privilegio es para la Iglesia….

Siglo XX, según diversos estudios habrían sido asesinados 45 millones de cristianos. Y no hay que irse lejos. En España desde 1934 a 1939 (Guerra Civil Española), alrededor de 10 mil católicos fueron asesinados por el simple hecho de  serlo. Pásmate, esta persecución en concreto está calificada como la mayor de toda la historia del cristianismo. Os copio algunos datos que he localizado: “En toda la historia universal no existe precedente, incluidas las persecuciones romanas, del sacrificio sangriento, en un período de tiempo de un semestre, de doce obispos, cuatro mil sacerdotes y más de dos mil religiosos”. Los españoles siempre dando la nota en excesos. Pero sigue, año 2001 los cristianos asesinados por su fe fue superior a 160 mil. Y podría seguir. Pero para qué. Compruebo con horror que la sangre de los mártires sigue siendo la que fortalece al resto de nosotros.

Los “romanos” siguen hasta nuestros días y son mucho más eficientes en sus exterminios, casi han conseguido que a pesar de ser más numerosas sus víctimas, parezca que “eso ya no pasa”.  Es de “otra época”. Pues parece que no….