En defensa del Ministro de Consumo, Sr. Alberto Garzón.
Con el apoyo de los gobiernos regionales las macrogranjas, sobre todo de cerdos, han invadido en los últimos años el medio rural en todo el Estado español. La provincia de León no es ajena a esta proliferación fomentada por la Junta de Castilla y León.
Lo primero que hay que dejar claro es que la cría y engorde de animales en macrogranjas o explotaciones intensivas es una a actividad industrial que, sometida a la legislación de prevención y control de la contaminación, es capaz de provocar severos impactos ambientales, sociales y sanitarios:
La gestión deficiente de las deyecciones (purines) que se usan como fertilizantes en fincas de cultivo, contamina las aguas, superficiales y subterráneas, y los suelos con nitratos, metales pesados, microorganismos, y componentes con potencialidad tóxica derivados de los medicamentos que se inoculan constantemente a los animales.
Las macrogranjas ocupan grandes extensiones de suelo fértil y consumen ingentes cantidades de agua. Para las personas, la afección más sensible son los malos olores que, por la acción del viento, pueden alcanzar poblaciones alejadas.
La creación de empleo es el argumento que utilizan políticos y promotores para vender estos proyectos, pero las macrogranjas están mecanizadas (un solo trabajador puede atender hasta 5.000 cerdos) y sólo dan uno o dos empleos. Lo cierto es que provocan la desertización de los pueblos debido a los malos olores y a la degradación ambiental que imposibilita actividades sostenibles, como las vinculadas al turismo cultural y de naturaleza.
Las macrogranjas han supuesto la ruina de cientos de miles de explotaciones familiares en toda España, por los bajos precios de la carne que comercializan, conseguidos externalizando costes ecológicos y sometiendo a los animales a unas condiciones de vida antinaturales y extremadamente crueles.
Los animales viven hacinados e inmovilizados para su rápido engorde. A fin de evitar pérdidas económicas por muerte prematura, se les administran medicamentos (antibióticos) de manera preventiva. Al respecto es importante señalar que desde hace años la OMS viene alertando del abuso de antibióticos como causa de infecciones provocadas por bacterias resistentes o superbacterias, para las que no habría tratamiento eficaz,…
La alternativa a las macrogranjas industriales es la ganadería extensiva tradicional, porque utiliza de manera eficiente recursos como el agua y el suelo, sin competir con la alimentación humana; aprovecha pastos y no depende ni de piensos importados -en muchos casos transgénicos-, ni de los combustibles fósiles.
Además, la ganadería extensiva tradicional y la agricultura se complementan. El pastoreo configura el paisaje; facilita el desbroce de lindes, caminos y fincas; ayuda al control de incendios forestales; mejora la calidad de los suelos; potencia la biodiversidad; fija la población rural; y permite conservar el patrimonio cultural y la identidad territorial.
Los niveles crecientes de consumo cárnico global son insostenibles. Será necesario reducir drásticamente el consumo per cápita de carne, a la par que dicho consumo, para que sea realmente saludable, tendrá que provenir de explotaciones en extensivo, que garanticen tanto el bienestar animal como un margen de beneficio justo para los ganaderos y ganaderas.
Fdo.: Ecologistas en Acción de la provincia de León
El artículo en general está bien, pero como todo ecologista lo único que viene a decir es poco menos que volver 200 años atrás, sin proponer una solución al problema. En primer lugar, en un planeta en el que cada vez hay más bocas que alimentar es completamente imposible cubrir las necesidades cárnicas exclusivamente con ganaderia extensiva. De hacerlo necesistaríamos devastar amplísimas zonas forestales con lo que el problema del calentamiento seria peor (seguiriamos teniendo cabezas de ganado emitiendo CH4 y encima nos habríamos cargado bosques). Lo ideal sería que todos pastasen libremente en fincas interminables pero los mundos ideales solo existen en clan tv y en la mente de muchos políticos de izquierdas. Precisamente en el problema de la intensiva puede estar la solución. Ya hay granjas que tienen sistemas que aprovechan parte del CH4 para calentar la granja y la vivienda, eso en extensiva es imposible. En cuanto al maltrato animal españa está sometida a normativa europea muy extricta con lo que me cuesta creer que los animales sufran. Habrá excepciones pero no metamos a todos en el mismo saco. De acuerdo en que habrá que limitar el número para no saturar el mercado, pero de ahí a demonizarlas o directamente eliminarlas es un sinsentido total. Por último, decir que una granja de 5000 cerdos, por mucha nueva tecnologia que tenga, se gestiona con una sola persona, es simplemente un comentario a la altura de un paleto de ciudad. La ganaderia intensiva es el futuro, lo que hay que hacer es regularizarla para dar la mejor calidad dentro de lo posible con el menor impacto. La alternativa es comer menos carne y eso es un paso atrás tecnológico y social.