VERANO DE MOCHILAS Y BICICLETAS. UNA MUESTRA FOTOGRÁFICA SOBRE LA COTIDIANEIDAD Y LA UNIVERSALIDAD DEL CAMINO DE SANTIAGO A SU PASO POR ASTORGA
Cuando alguien nace a la vera del Camino, y crece viendo pasar de cuando en cuando extraños caminantes llevando una mochila a sus espaldas, destrozados los pies y errante la mirada en muchos casos; cuando te despiertas escuchando al amanecer el acompasado ritmo de un bastón rompiendo el silencio de la mañana, mientras los últimos resquicios de la noche aún se prenden, perezosos, en las torres que vigilan el paso del caminante; te sorprendes un buen día comprendiendo que lo que verdaderamente te queda de dicho Camino no son los grandes monumentos, ni siquiera los magníficos paisajes que el mismo recorre y que se van sucediendo en su inmensidad. Lo que verdaderamente llega, lo que toca el corazón y se queda para siempre prendido en la memoria, son los pequeños detalles, a veces humildes gestos, insignificantes indicios que hablan de las personas que lo recorren y que, en él, se encuentran, que crean lazos, que urden historias, algunas de las cuales serán seguramente efímeras pero otras durarán para siempre.
Gestos que se repiten día tras día, año tras año, generación tras generación, haciendo Camino. Más allá del sexo, de la edad o de la nacionalidad de quienes lo recorren desde hace tantos siglos. Gestos que le dan ese carácter de universalidad que hoy, en pleno siglo XXI, sigue convirtiéndolo en un hito especial que deja marcas indelebles en cuantas personas lo han recorrido.
Y es ese carácter de cotidianeidad y de universalidad al mismo tiempo lo que Ángel Alonso ha recogido en esta colección de instantáneas que hoy muestra en la capilla de San Esteban de Astorga, precisamente un lugar emblemático a la vera del Camino de Santiago. La muestra “Verano de mochilas y bicicletas” no nos habla de la monumentalidad de un Camino que se ha convertido en Patrimonio de la Humanidad. Nos habla de pequeños gestos, de encuentros, de momentos de sorpresa, del factor humano, que es el único que puede conseguir que su esencia permanezca en el tiempo con todo lo que tiene que aportar y que transmitir.
Porque esa es la verdadera grandeza del Camino. Y eso es precisamente lo que nos muestran las fotografías de Ángel Alonso. Él dice que no pretenden ser imágenes artísticas si no un reportaje de lo que a nivel humano descubres en el Camino. Sin duda lo ha conseguido. Pero su mirada de reportero gráfico ha jugado también con los encuadres, con el ritmo o la pausa que transmiten las imágenes plasmadas. Con las emociones y las sensaciones de cada uno de los personajes y momentos retratados.
Dice que en muchas de ellas se ve reflejado en el momento de realizar ese Camino. Y también lo sienten así – he podido comprobarlo – muchas de las personas que, habiéndolo realizado, pasan ahora por la muestra.
No hay grandes paisajes, es verdad. No encontramos recogidos magníficos monumentos. Pero la auténtica esencia del Camino está en todas y cada una de estas fotografías con las que podemos deleitarnos, una y otra vez hasta aprendernos de memoria todos sus detalles, hasta el 5 de septiembre. Con un valor añadido, el de poder hablar, si así lo deseamos, con el autor de las fotografías y compartir esa experiencia peregrina. Ya sea por haberla llevado a cabo ya sea por contemplarla día a día.
Insisto, en ella encontraremos la belleza de lo más pequeño, que es lo que sirve de elemento diferenciador para construir lo más grande. Si aún no han pasado a verla, no dejen de hacerlo. Les merecerá la pena.
Astorga, 31 de agosto de 2015.
Mercedes G. Rojo