Tiempos convulsos vive la política nacional, regional e incluso local. Tiempos de incertidumbre para todos los ciudadanos que tenemos que escuchar con demasiada frecuencia que este o aquel hicieron esto o aquello. Noticias que en algunas ocasiones debieran ser tratados con mayor cautela por parte de los medios de comunicación, y que generan temblores en los pilares de unas instituciones que se generaron no sin esfuerzo y sacrificio por parte de todos los ciudadanos. Aún recuerdo con emoción cuando las personas que vivieron aquellos tiempos me contaban con un brillo especial en los ojos, lo que habían sido capaces de conseguir entre todos “fueron tiempos difíciles, pero teníamos ilusión”. Un país democrático, de todos y para todos. Algo que supuso un esfuerzo y que ahora esas personas son las primeras en defender, claro que es necesario abrir las ventanas y dejar correr aire nuevo, claro que es necesario reformar, actualizar, dotar, aclarar… muchas cuestiones en nuestro país, no solo son necesarias sino que son urgentes, pero no debemos dejar de lado que lo logrado hasta aquí puede servir para dar un paso más firme, ya que a fin de cuentas ventilar lo construido siempre fortalecerá más que derribar lo trabajado por todos.
Desde luego que abrir las ventanas es algo necesario y, a tenor de lo que vivimos a diario, parece se está haciendo. Incluso algunas ventanas han necesitado un poco de tres en uno ya que el óxido que las anclaba se hacía difícil de eliminar, pero la justicia está en ello y espero que no cese, que limpie, pula, aclare y lije cada rincón de la geografía española donde se arroje la más mínima sospecha. Cuestión esta que debe mostrarnos que la justicia, si bien algo lenta, acaba abriendo aquella ventana que se propone.
De todas formas no debemos olvidar que tan importante será abrir las ventanas como saber que personas se encargarán a partir del próximo año de abrirlas con incesante frecuencia. Debemos cuidar que al abrir las ventanas nadie salte por ellas apoyado en la fuerte brisa que las abrió, debemos aprender de lo vivido en otros países, y no hace falta cambiar de continente, tenemos magníficos ejemplos de líderes que fueron elegidos democráticamente y que una vez dentro cerraron a cal y canto no solo ventanas, sino fronteras.
Debemos saber valorar la herencia recibida para trabajarla al igual que lo hicieron aquellos que vivieron aquí antes que nosotros, porque nada hace avanzar más a un país que conocer su herencia, modificar lo ineficiente y seguir avanzando. Dar un paso firme hacia la transparencia de las instituciones, hacía la claridad de lo público significaría mejorar nuestro sistema democrático y de un plumazo alejar del servicio público a todos aquellos que puedan tener alguna intención de no ventilar a diario.
Algo similar ocurre con los partidos políticos que han contribuido también ha este cambio vivido en nuestro país. ¡Claro que es bueno que exista un amplio abanico de opciones electorales para los ciudadanos! Pero no nos equivoquemos, existen infinidad de trabajos y pensadores que ya hace unas cuantas décadas demostraban como en épocas convulsas los extremos nacían, o ganaban fuerza, y que después esos mismos extremos según fueran modificándose sus votantes se irían acercando al centro, podríamos incluso compararlo a la tan conocida ley de la oferta y la demanda de los mercados. Algo así podemos percibir ya en algunos partidos actuales, como sus mensajes iniciales van ocupando diferentes parcelas buscando en todas ellas a aquel comprador indeciso.
Con todo ello debemos saber valorar donde estamos, que se hizo mal, que se está haciendo mal y ponerle solución sin olvidarse de vigilar que las ventanas están abiertas y por tanto, hay más opciones de que algún “caco” se nos cuele en casa.