Los vecinos del Val de San Lorenzo se reunieron el pasado domingo en la ermita de San Antonio de Padua para celebrar con una misa de acción de gracias por los trescientos años de historia de este edificio, emblema del pueblo.
El alegre repicar de las esquilas de la torre puso de manifiesto el carácter festivo de esta jornada, a la que acudieron las autoridades municipales y alrededor de un centenar de vecinos que abarrotaron el templo. Durante el sermón, el párroco, Manuel Movilla, quiso destacar la importancia de esta centenaria ermita como espacio de devoción y lugar de culto diario en el pueblo.
Tras el acto religioso, Abel lobato Fernández, impulsor y organizador de los actos de este pasado fin de semana, dio un breve discurso donde ensalzó la figura de San Antonio de Padua, expresando que la devoción a este santo había sido una constante entre los valuros desde hacía siglos. Además recordó la necesidad de aunar esfuerzos entre todas las instituciones (ayuntamiento, junta vecinal y parroquia) y los propios vecinos para mantener y conservar este edificio de cara a futuras generaciones. Por último, Lobato puso especial empeño en señalar que esta fiesta –recuperada este año con motivo del tricentenario tras décadas de olvido–, no dejase de ser celebrada en lo sucesivo.
La fiesta religiosa finalizó con la recuperación de una antigua tradición: la bendición y posterior reparto entre los fieles de tres bollos maragatos donados para la ocasión por El Obrador de Toribia.