Una terapeuta de cuatro patas

Laura Huerga del Sol y su perra Maggie trabajan terapias emocionales con personas de todas las edades, especialmente con los jóvenes de la Fundación Diagrama
Laura Huerga, guía de perros de terapia en ‘Toma mi pata’, junto a su perra Maggie. / Carlos S. Campillo

Miriam Badiola La primera vez que Laura Huerga del Sol vio a Maggie, después de hacer un curso de terapia canina en el que le habían explicado que el perro debería ser atento al dueño y sin dispersarse, fue en un vídeo que recibió de una camada de perros. “Una chica llamaba a cuatro o cinco cachorros, todos ellos pasaban de largo pero Maggie se sentó y se quedó mirando fijamente durante unos segundos”.

Desde ese día y tras mucha educación en equipo, Maggie y Laura comenzaron hace un año a hacer terapia a domicilio, centrada en ayudar a las personas de todas las edades, desde niños hasta los más mayores, para mejorar sus capacidades. Así, en el caso de los ancianos, se trabaja con su autoestima porque “con el paso de los años dejan de poder hacer cosas y les va fallando la memoria, por eso sirve para motivarles y que consigan hacer ciertas actividades que les vengan bien para mejorar sus capacidades”.

En este momento, ambas trabajan en una terapia con una mujer mayor, a la que le encantaba la pintura, y con la que están intentando que pueda volver a pintar. “El perro hace con ella ejercicios en los que todo se convierte en algo desenfadado y no una obligación, y la incita que tenga que dibujar algo que le ha tocado en una tarjeta que recoge del perro”.

En el caso de los niños, se trata de aumentar la inteligencia emocional, ya que “en muchos casos no saben discernir entre una emoción u otra”, por lo que “con el perro se intenta que de forma divertida vean lo que pueden llegar a sentir”. Para ello, hacen juegos en los que preguntan cómo se sentiría Maggie en determinadas situaciones, para que lo apliquen a sus casos y situaciones y vean que “le pasa a todos”.

La terapia con niños, según explica Laura consiste principalmente en llevar a cabo actividades para los niños en grupos de seis, enfocadas en mejorar distintas capacidades, ya sea para inculcarles valores como el respeto, la tolerancia, el compañerismo y así evitar el bulling, para ayudarles a aumentar su autoestima, para que aprendan a trabajar en equipo, para reducir el estrés,  para mejorar su inteligencia emocional, ayudándoles a que expresen y gestionen de forma sana sus emociones, para que así mejoren su relación con ellos mismos y con los demás, para superar y gestionar la frustración, mostrándoles que equivocarse es parte del aprendizaje, e” incluso se podría enfocar a mejorar destrezas académicas concretas”.

Fundación Diagrama

Sin embargo, el principal trabajo de Laura y Maggie lo desarrollan en la Fundación Diagrama, gestionada por la Junta de Castilla y León, donde trabajan dentro del programa de lucha contra discriminación con adolescentes con medidas judiciales entre 16 y 22 años.

“Lo que hacen Laura y Maggie es trabajar con aquellos chicos a los que más les cuesta expresar sus emociones o participar en las actividades y entrar en rutina, de manera que el perro rompe toda barrera que ellos tengan desde el momento en el que entra por la puerta y van a acariciarle, momento en el que ya están mostrando una emoción”.

Así lo explica la orientadora Socio-Laboral de la Fundación Diagrama, Verónica Álvarez, quien asegura que las encuestas realizadas en el centro muestran que los  jóvenes valoran “muy positivamente” este taller porque “rompe su rutina de manera divertida y diferente, ya que hay chicos que han pasado por muchos centros diferentes y están cansados de hacer las mismas terapias siempre”.

Laura Huerga (I) y la orientadora de la Fundación Diagrama, Verónica Álvarez (D), junto a la perra Maggie. / CSC

Algo de lo más apreciado por los jóvenes de la Fundación Diagrama es que “el perro es incondicional”, algo que estos chicos necesitan, “que no les juzguen y les den cariño pase lo que pase” porque “están acostumbrados a ser etiquetados y excluidos”.

Otra cuestión “que se trabaja muy bien con el perro” son los problemas de autocontrol de estos jóvenes, a los que “el hecho de tener que llevar la correa y controlarla para no dar un tirón es mucho para ellos, que están acostumbrados a no controlar muchas veces”.

Educación

Para poder educar al perro para realizar este tipo de terapias es importante, según explica Laura Huerga del Sol, “acostumbrarle a todo tipo de ruidos y de gente” para que no se asusten y permitan en todo momento ser acariciados por todo el cuerpo.

Para ello, todo el entrenamiento debe hacerse en positivo para que el perro “no vea en ningún momento como una obligación o algo malo estar con las personas”.

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