Un nuevo discurso

 
Un nuevo discurso…para un viejo problema. La Comunidad autónoma de Castilla y León, recoge la mayor parte de lo que siempre se denominó Castilla La Vieja. En el reciente proceso de Transición a la Democracia, los egoísmos e intereses locales o provincialismos, le cercenó la provincia de Santander, Cantabria, y Logroño, La Rioja. Y a punto estuvo de arrancarle también las de Segovia y León.

El debate inconcluso por efecto o contagio de Cataluña y Vascongadas, no hace sino fomentar el afán comparativo al resto del mapa regional o autonómico español. Dicho de otra forma, da argumentos a leonesistas, castellanistas y demás movimientos sociopolíticos. Si cualquiera de nosotros visita y pregunta por esta tierra a un vecino qué sentimientos alberga, en general,  responderá que se sentirá de su patria chica y español. El debate regional y nacional no existe. No hagamos un problema donde no lo hay.

bandera

Lo que sí sucede, en realidad, es una tradición de gobiernos centrales muy definidos con el siguiente escalón de poder en la administración pública provincializada, léase gobernadores civiles o diputaciones provinciales. Romper esa dinámica de más de dos siglos de funcionamiento no es tarea fácil. Y ahí no ayudan en nada ni las organizaciones empresariales, las universidades, los partidos políticos e incluso los medios de comunicación con su vista, interés e influencias en lo local, entendido como provincial.

Necesitamos un nuevo discurso. Se ha agotado el de la Transición. Los pactos y acuerdos escarmentados por una guerra fratricida no se tienen en cuenta. Hoy son los nietos y los biznietos los que van tomando el timón de la sociedad, por lo que el duro aprendizaje de la radicalización a penas lo han sentido en su propia carne. O pasamos página y hablamos más de Europa y de Ayuntamientos, o corremos peligro de quedar atrapados entre lo nacional y lo regional una y otra vez.

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