Un total de 749 kilómetros son los que separan Roncesvalles, en la provincia de Navarra, de la catedral de Santiago de Compostela. Casi 750 kilómetros que serán recorridos en 16 días por los abulenses Javier González, junto a su perro guía Xudán, y Miguel Leralta, que iniciaron el pasado 9 de septiembre el Camino de Santiago con el objetivo de “visibilizar el suicidio y la importancia de la salud mental” y, además, recaudar fondos para la Asociación Hablemos de Ávila, “dedicada a la prevención del suicidio y al apoyo a las familias supervivientes que atraviesan un duelo silencioso”.
En su recorrido por la Ruta Jacobea, Miguel y Javier, acompañados por más voluntarios, llegaron este miércoles a la ciudad de León, tras hacer noche en Puente Villarente, para caminar en el día de hoy 56 kilómetros -la etapa más larga del recorrido- hasta pernoctar en San Justo de la Vega.
“O lo hacíamos por algo que mereciera la pena o no lo hacíamos”, afirma Miguel, quien recuerda que su amigo Javier “llevaba mucho tiempo queriendo hacer el Camino de Santiago” y “este año le salió la oportunidad de hacerlo en una bicicleta adaptada para su discapacidad en la que él no aportaba mucho”. “Yo le chinché un poco y al final decidimos hacerlo a pie, pero como el coste emocional de estar 16 días lejos de tu familia era muy grande, ahí fue donde entró la palabra solidario”, comenta.
Así, Miguel y Javier conocieron a la Asociación Hablemos de Ávila, cuya causa “es muy bonita pero muy desconocida”, por lo que decidieron “darla a conocer” y recaudar fondos para ella. Con este objetivo, dieron un paso más allá y acordaron condensar la Ruta en 16 días, con etapas de unos 50 kilómetros diarios, “como si fueran dos etapas normales en un mismo día” para “que llamase la atención”, a lo que además se suma “el hándicap de que Javier es una persona ciega”.
Sobe el por qué de la elección de la Hablemos Ávila como beneficiaria del reto, Miguel explica que se trata de “una asociación de prevención del suicidio y apoyo a las familias y a los sobrevivientes”. “Tenemos tanto Javier como yo tenemos hijos de 12 a 18 años y es un tema que cada vez que preocupa más a los padres de jóvenes porque hay 4.000 casos al año en España, que son muchísimos y muchos de edades jóvenes”, relata. “Al final te pones a mirar y es que todos hemos tenido algún caso más o menos cercano y eso es increíble”, lamenta.
“Un reto limpio”
La causa que motivó a Javier y a Miguel a recorrer a pie 750 kilómetros en 16 días ha logrado llamar la atención de diferentes personas que, de manera voluntaria, han decidido sumarse a ellos. Así, en la etapa del día de hoy son un total de cinco personas -uno de ellos es Cachito, con cerca de 70 años-, mientras que mañana serán siete y el viernes diez. En total, a lo largo de todo el recorrido serán unas 35 las personas que se han ido sumando a los dos amigos en su misión, como fue el caso de las hijas de Miguel en el inicio, “cuando dieron unos pasos simbólicos”.
Miguel quiere dejar claro que, tanto ellos dos como los voluntarios que se unen a ellos, “se pagan todos sus gastos”, de forma que toda la recaudación obtenida mediante patrocinadores, inscripciones, la venta de camisetas o el kilómetro cero, “se destina íntegramente a la Asociación”, lo que hace que “sea un reto limpio y bonito”, porque “no siempre que se hace algo benéfico los gastos corren por cuenta de cada uno, aunque ojalá todos los retos fueran así”.
También reconoce que prácticamente ninguna de las personas a las que se han cruzado en su recorrido conocen a la Asociación Hablemos de Ávila, pero “suelen preguntar” y, cuando se les explica lo que es, “hay gente que ha comprado las camisetas, tanto de España como de Australia”. Además, a pesar de que sea una causa “un poco desconocida”, en su paso por la ciudad de León en el día de hoy fueron recibidos por la Diputación leonesa.
Sobre la experiencia de Javier, con el hándicap de la ceguera, Miguel se muestra convencido de que “está disfrutando”, a pesar de que “no pueda disfrutar visualmente de los sitios por los que pasa”. No obstante, su amigo se encarga de contarle lo que hay para que él “siga superándose”. En este sentido, Miguel tiene la ilusión de que el próximo martes, 24 de septiembre, cuando lleguen a Santiago de Compostela, se tape los ojos y sea Javier quien le guíe hasta la Catedral para “Valorar todo lo que ha hecho él a lo largo del Camino”. “Creo que la llegada a Santiago de Compostela va a ser especial y le taparé los ojos a quienes no conozcan la catedral para que los abran cuando lleguen allí y la descubran”, añade emocionado.