SEMANA SANTA 2017

Un trono vacío y el sonido del ‘Pueblo mío’ rompen la silenciosa madrugada de Viernes Santo

La Cofradía de la Santa Vera Cruz y Confalón recorre la Muralla en una Silente Procesión Penitencial hasta la Capilla San Esteban donde se produce el Acto del Enclavamiento
Cristo Yacente, en una imagen de la Silente Procesión Penitencial de Viernes Santo. / PG

Fotografías de Pedro González La Cofradía de la Vera Cruz y Confalón nos transporta la madrugada del Viernes Santo por la Muralla y las calles del casco antiguo de la ciudad portando el Cristo Yacente articulado, una imagen de Gregorio Español que data de 1613. Cuatro tambores marcan el paso y rompen el silencio de la madrugada, seguidos por los cofrades que portan los Atributos de la Pasión en la Silente Procesión Penitencial.

Un trono morado pujado por cuatro hermanos lleva al Cristo Yacente, mientras las voces graves entonan el Pueblo mío en su recorrido por la ciudad. Con el paseo Blanco de Cela completamente a oscuras, son las tenues luces de los candiles las que indican que la procesión avanza sin prisa, pero sin pausa. La luctuosa música de un oboe, un fagot y un clarinete marca el camino de la comitiva. Su destino es la Capilla de San Esteban, donde los hermanos de la Vera Cruz piden permiso para entrar a la Cofradía de las Cinco Llagas.

En un acto privado y a puerta cerrada, se efectúa el Acto del Enclavamiento. Desde afuera apenas se oyen las conversaciones de los más fiesteros, los congregados frente a la Capilla escuchan los característicos sonidos de un martillo golpeando los clavos. Los candiles aguardan fuera custodiados por varios hermanos y se escuchan de nuevo las notas del Pueblo mío.

Cuando se abren las puertas de la Capilla sale de nuevo la procesión, pero esta vez, el trono viene vacío. El Cristo Yacente ya está en la Cruz, donde aguardará hasta la procesión del Santo Entierro y el Acto del Desenclavo en la plaza Eduardo de Castro este viernes a partir de las 18,30 horas.

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