Tránsfuga peligrosa

Confieso que en un principio me sorprendió gratamente la decisión de Silvia Clemente, anunciada en rueda de prensa, de su abandono del PP y sus responsabilidades políticas en el partido y la valentía con la que denunció el autoritarismo, la falta de transparencia que se practica en el seno del partido que lleva gobernando más de treinta años en Castilla y León y el bluf que representa el candidato Mañueco. Mi asombro pronto quedó ennegrecido al darse a conocer que tras la decisión de Silvia Clemente no había una postura altruista, de cabreo responsable y de autocrítica. No, al final, todo era una estrategia milimétricamente calculada para abandonar el PP y sumarse al carro de Ciudadanos, con red y arneses, por si acaso. En fin, al final, Clemente no es ni más ni menos que la imagen edulcorada  femenina de una tránsfuga hábil, fría, calculadora y, quizás, cruel. Qué pena.

Si Clemente hubiese dado el portazo en la sede del PP tras denunciar el poco democrático funcionamiento interno de su partido y se hubiese ido a su casa, habría pasado a la historia de la política de la Comunidad y de toda España. ¡Un cargo que dimite! Y hubiera puesto en evidencia a un partido que se desmorona. Pues, no. Un chasco. Como mucho, Silvia Clemente ha sido víctima de fuego amigo. Le prometieron el oro y el moro en el PP por retirar en su día su candidatura a las primarias a la Presidencia del PP de Castilla y León y dar su apoyo a Mañueco y, al final, no recibió el premio pactado. Sola y abandonada, no sólo la han ninguneado en su propio partido sino que no la defendieron cuando salieron a la luz una serie de denuncias de presuntas corruptelas de subvenciones dadas a la empresa de su marido cuando ella era consejera de Agricultura y un oscuro lío de un millón de euros de inversión en la casa familiar de sus suegros, que luego ha quedado sin aclarar.

Así que, ni corta ni perezosa, Silvia Clemente calculó cual era el mejor momento para hacer más daño a su partido, el PP, al que había sido fiel servidora durante treinta años y pasarse con armas y bagajes al enemigo, en este caso, a Ciudadanos. Y así lo hizo, con nocturnidad y alevosía. El resultado es que con esta decisión ha traspasado la crisis del PP a Ciudadanos, partido donde se ha producido un duro debate interno, con dimisiones incluidas, sobre lo acertado de admitir a la tránsfuga Clemente. Mañueco, casi ahogado,  se frota ahora las manos, mientras a Rivera se le empañan las expectativas.

Al final, Silvia Cemente no es nada más que una arribista que con este juego de tahúr del Mississippi sólo busca perpetuarse en el poder. De presidenta ya amortizada de las Cortes de Castilla y León a candidata a la Presidencia de la Junta de Castilla y León por un partido, Ciudadanos, con tendencia alcista y con serias posibilidades de tocar poder en la Junta y en las Cortes regionales. Pero, no, no son maneras. Rivera y su partido están cometiendo muchos errores en poco tiempo. Quizás no lo paguen ahora en las urnas, pero su credibilidad va a quedar tocada. ¿Qué pasa con los militantes y cargos públicos que han protagonizado la travesía del desierto en Castilla y León? Tanto sacrificio para que ahora vengan arribistas como Clemente y se suban al carro ganador.

¿La renovación que Ciudadanos ofrece a su electorado en León y Castilla es fichar al enemigo un alto cargo, con responsabilidad directa en el mal gobierno de la Junta durante casi treinta años? La respuesta está en la cara de tontoelhaba que se les ha quedado a los procuradores del grupo parlamentario de Ciudadanos en las Cortes. Tanto sufrir y nadar para morir en la orilla.

 

 

 

Print Friendly, PDF & Email