Las elecciones de este domingo en Portugal han dado un claro triunfo al Partido Socialista, así que en el PSOE andan con la autoestima muy subida y rearmados de moral de cara a la muy complicada campaña electoral del 10-N. La victoria socialista en Portugal se ha producido sobre una abstención muy alta, en torno al 50%. La escasa movilización ha beneficiado al partido gobernante. Así que en el PSOE se miran en el espejo portugués y creen que aquí se puede producir algo similar. Menos votantes, pero dando su apoyo al PSOE, partido en el Gobierno.
Ya se verá si es el cuento de la lechera. Portugal es Portugal y España, España. Por cierto, que el nombre de España aparece, hasta el manoseo indecente, en la frase reclamo de las campañas electorales de los principales partidos. El PSOE utiliza el lema “España, ahora”. Ciudadanos ha elegido “España, en marcha”. En el PP ya se conoce su estrategia en base a “España suma”. Y hasta la nueva propuesta del izquierdista Errejón se basa en “Más país”, no se han atrevido a poner el nombre de España, pero casi.
¿A qué se debe este uso inflacionista del nombre de España? Hay dos razones: 1) la sentencia del Supremo contra los políticos presos independentistas está a punto de hacerse pública y los partidos quieren dejar claro su distanciamiento con el independentismo y que a españoles de toda la vida no les gana nadie. Y 2) todos buscan el electorado de centro, el mismo que parece va a abandonar a Ciudadanos y ahora se disputan PSOE y PP, con el objetivo de restablecer al viejo esquema del bipartidismo.
Este esquema se reproduce en la provincia de León, donde la gran incógnita va a estar en cuántos votos va a obtener la UPL (leonesistas unificados) y a quién o a quiénes se los va a quitar. El corte del cuarto diputado nacional por León se vendió en las pasadas elecciones generales de abril en torno a los 35/37.000 votos. Ciudadanos obtuvo unos 50.000 votos. Su candidato, Justo Fernández, cruza los dedos y cree que tiene un colchón de hasta 15.000 votos que puede perder sin que le cueste el escaño. Pero, claro, ahora está la UPL y el desconcierto de los vaivenes estratégicos de su líder nacional, Rivera, quien una noche se acuesta antisocialista visceral y por la mañana se levanta proponiendo un pacto al PSOE. Ay, Ciudadanos. Y eso que ahora anuncian a nivel nacional que los restos de UPyD se integran en sus listas.
En el PSOE andan tranquilos, pero no relajados. Deberán pelear, y mucho, por mantener su segundo diputado en León. En Portugal, el socialismo ha ganado las elecciones con un programa claro de izquierdas; aquí, Sánchez ha dado un giro al centro para arañar los electores desconcertados con el veleta de Rivera. En León no se presenta Más País y Podemos anda en líos internos de imprevisibles consecuencias. Así que, tranquilidad contenida. Por ahora.
Pero los que salen a por todas son los del PP, partido que en León ha aplazado el inevitable ajuste de cuentas, pospuesto al futuro congreso provincial, y ha apostado por la integración, aunque sea con una pinza en la nariz. El objetivo es recuperar votos a la extrema derecha de VOX y arrebatar todo lo que se pueda a Ciudadanos. Así la única solución ha sido hacer un totumrevolutum con González, Sinda, Silván y Santiago. Es el eterno experimento de unir el agua y el aceite. Un auténtico cóctel molotov con explosión retardada.