Estamos asistiendo, al menos en la capital leonesa, a una campaña electoral de propuestas. La inmensa mayoría de los candidatos a las municipales han presentado unos programas bastante completos. No hay mucha originalidad, pero los partidos políticos ponen sobre la mesa soluciones a los eternos problemas de León. Otra cosa es que los electores lean los programas. Y creo que pocos votantes resistirían un mínimo examen sobre el conocimiento de esos programas. Los periodistas tampoco hacemos un especial énfasis en el análisis comparativo de programas. Al final las preguntas siempre se centran en el mismo tema: los pactos postelectorales.
El morbo en la capital leonesa es conocer qué partido será el más votado y sobre cuál de ellos se nuclearizarán los pactos futuros. Y aquí todos centran su atención en Ciudadanos, partido al que todas las encuestas le adjudican la responsabilidad de bisagra. Parece ser que Ciudadanos mantendría su tendencia electoral al alza, por lo que el futuro gobierno municipal en León dependerá de ellos. Y, todo hace indicar que así sucederá también en la Junta de Castilla y León y en la Diputación de León, por poner sólo dos ejemplos.
Si al final, las encuestas tienen razón y de las elecciones del domingo sale una excesiva fragmentación del mapa político municipal, es muy posible que el futuro alcalde/alcaldesa de León sea fruto más de los pactos postelectorales que de la voluntad directa de las urnas. En este sentido, Ciudadanos insiste en su voluntad de cambio en la Junta de Castilla y León. ¿Qué significa el cambio para Ciudadanos? ¿echar al PP y gobernar con el PSOE, si éste es el partido más votado? ¿entrar en el gobierno regional con el PP? No creo que Ciudadanos aclare antes del domingo qué significa el cambio político para ellos.
Esta incertidumbre dejará en el aire varias alcaldías, entre ellas las de León. Claro, los pactos postelectorales para Ciudadanos será una cuestión de Estado y de gobierno a nivel nacional. Dependiendo de los resultados del domingo, el mapa político nacional se puede convertir en un enorme mapa de monopoly. Todo se podrá comprar y vender. Todo se podrá cambiar. Es decir, un enorme puzle de encaje incierto.
Así que la responsabilidad del elector debería ser la de ir a votar el domingo con la cabeza y menos con el corazón. Y para eso están los programas. Y los debates entre los candidatos, donde en teoría confrontan programas, estrategias y voluntades. Pero, al final, los candidatos en estos debates salen a no cometer errores más que a arriesgar y a debatir de verdad. Nadie quiere protagonizar un desliz que dé origen a un titular que se convierta en viral en las redes sociales. Ay, las redes sociales.
Un ejemplo. Ayer asistí al debate organizado por Aleco sobre las propuestas de los distintos candidatos sobre el comercio en la capital leonesa. Los candidatos se limitaron a nadar y guardar la ropa y tan precavidos fueron que no se habló para nada, por ejemplo, del ambicioso proyecto de remodelación del mercado de abastos del Conde Luna, presentado por el equipo de Silván a bombo platillo hace un par de años y que sigue durmiendo el sueño de los justos. Esa remodelación fue un proyecto estrella de hace cuatro años de Silván y ningún comerciante le ha pedido cuentas por su incumplimiento. Y así todo. Más de lo mismo.