El partido de fútbol que se va a disputar en la Eragudina no es un partido de fútbol más, de esos de tardes de transistor mientras estamos de paseo, acicalándonos en casa para salir más tarde o en el propio terreno de juego si somos de los pocos afortunados que podemos vivir el encuentro en vivo y en directo. El partido de fútbol, probablemente el último oficial de esta temporada del Atlético Astorga tiene que ser un partido que haga historia en la ya dilatada vida de la ciudad.
Todos queremos creer en la machada, en la remontada, aunque todos sabemos que, siendo posible, es bastante obstáculo que librar. Soñemos al menos durante los 90 minutos del partido que es posible, que podemos, que nuestros jugadores no son de carne y hueso, que son héroes legendarios como aquellos hijos de los dioses helenos que disputaban sus contiendas, amaban y sufrían entre humanos sin llegar del todo a serlo.
Hoy, a falta de grandes líderes, de ideas que defender y seguir. Arrancadas las páginas de los diccionarios donde figuren las palabras tales como honor, palabra, sacrificio, respeto, disciplina, patria, credo… El fútbol se ha convertido en el último reducto donde, los pobres mortales, nosotros, encontramos la necesaria unión con nuestros vecinos, con nuestros semejantes, con nuestros paisanos sin importarnos condición, sexo y demás.
Tanto si los hados nos son favorables, como si no, el Estadio Municipal de La Eragudina tiene que ser el punto de comunión entre todos los astorganos y sus representantes, los jugadores. Un homenaje a ellos, al club y a la propia ciudad con sus comarcas. Nos lo merecemos. ¡Vamos Astorga!