Robert Johnson, Brian Jones, Jimi Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrison, Kurt Cobain y Amy Winehouse. Malcolm Hale, Leslie Harvey, Roger Lee Durham, Pete de Freitas, Mia Zapata, Richard James Edwards, Evangelina Sobredo Galanes (Cecilia), Rodrigo Bueno, Gary Thain… Todos son guitarristas, músicos, multiinstrumentistas, compositores o cantantes de grupos más o menos conocidos de rock. Todos están muertos desde que tenían 27 años y este martes fue mi cumpleaños.
Mis amigos me han dejado algo preocupada con tal revelación. Una ya no puede ni soplar velas tranquila. Menos mal que habría sido cantante en vez de periodista si no fuera por la voz y en las actuaciones del colegio lo máximo que me dejaban tocar era el triángulo o la flauta dulce. Con eso me doy por salvada de morir como una estrella internacional de la industria musical, así como lo hicieron los nombres reconocidos de la primera lista. Pero como bien me advirtieron los mismos amigos que me pidieron precaución en los 364 días con 27 años que me quedan por delante, tendré que mirar dos veces antes de cruzar en los pasos de cebra, no montar a caballo, coger el coche sólo cuando sea estrictamente necesario y en ningún caso tirarme a las aguas bravas de un río.
La parte “buena” que han visto ellos es que cuando mueres en extrañas circunstancias pasas automáticamente a la historia. Hacen documentales de tu vida, escriben libros y hasta ponen tu nombre a alguna calle, aunque sea en tu pueblo. A mí, por lo que sea, tampoco es que esto me convenza. Prefiero irme a San Sebastián en unos días, comer unos pintxos y beber txacolí mientras hago tiempo a que lleguen los 28. Ya os contaré.