“Nadie te pone una pistola en la cabeza para que te vayas, pero evalúas las perspectivas de futuro y si se te presenta una oportunidad atractiva, lo haces”. Es la primera reflexión que pone sobre la mesa Juan Riaza, de 35 años, ingeniero de Minas que junto a su esposa, Estefanía Ledesma, de 34, ingeniera química, acaba de incorporarse a la Fundación Centro Internacional de Materiales Avanzados y Materias Primas (Icamcyl). Ambos, doctores y con varios años de experiencia internacional, regresan a España desde el Reino Unido, para fortalecer con sus conocimientos e iniciativa el capital humano de la entidad instalada en el Parque Tecnológico de León.
Son ejemplos del retorno de talento que las instituciones predican pero que, en la práctica -aseguran en base a su vivencia y a la de sus amigos-, no se lleva a cabo de forma que resulte suficientemente interesante para los afectados. Ellos se consideran privilegiados, porque en su caso la oferta laboral de Icamcyl les permitió iniciar una nueva vida cerca de sus familias -ambos son asturianos-, en una tierra que sienten como propia y con posibilidades de conciliar la vida laboral y personal.
“Yo siempre quise venir; vivir en León. Mi padre es de Valsemana y de veinteañeros dábamos vueltas por el entorno de la central térmica de La Robla, cuya fotografía es la portada de la tesis doctoral de Juan. Era nuestro sueño”, resume Estefanía. Se conocieron hace diez años, cuando disfrutaban una beca Erasmus en la República Checa y desde entonces son un equipo, integrado ahora también por su pequeño Adrian (sin tilde), de tres años, nacido en Reino Unido.
Ambos apostaron por la carrera del otro, lo que supuso algún traslado y cambio de trabajo hasta que los dos estuvieron asentados, ella en la Universidad de Leeds y él en la mayor planta de energía renovable de Europa, Drax Power. “Tenemos muchos amigos con la misma trayectoria. Nos reuníamos y las caras eran de ‘no sé cuándo vamos a volver’. No es que se esté mal fuera, porque hay cosas que a veces en España son imposibles de encontrar y piensas ‘cómo voy a dejar eso’, pero siempre teníamos en mente la idea de regresar a España”, detalla ella.
“Tienes una vida cómoda y un trabajo interesante y las perspectivas para volver nunca pueden competir con eso.”, explica Juan, para quien el punto de inflexión determinante son los hijos. “Hasta entonces, se puede asumir estar fuera”, apunta.
Consideran que la experiencia en el extranjero es un paso muy conveniente en la trayectoria profesional de un científico, tecnólogo o investigador para ser competitivo, “pero antes salías, estabas dos años y luego retornabas para aplicar esa experiencia en tu país; pero eso no ocurre”.
Ellos querían retornar pero no encontraban la entidad que les proporcionara las condiciones que buscaban. Casualmente vieron un anuncio de Icamcyl en una página de investigación y desarrollo de Madrid y comenzó la cuenta atrás para su regreso.
“Teníamos claro que se estaba creando y que las líneas de investigación encajaban sobre todo en el perfil de Juan, que tiene no sólo los conocimientos y la experiencia en el extranjero y en una empresa de energía de las más relevantes, y yo vi que buscaban gestores de proyectos europeos (su especialidad). Cuando te ofrecen algo aquí que no sabes muy bien qué duración puede tener, asumes un riesgo muy importante. Somos conscientes de que el futuro de este centro también depende de nosotros y vamos a luchar”, argumenta Estefanía. Para Estefanía, un organismo como el Icamcyl “es lo que necesitaba esta zona y estamos orgullosos y tenemos muchas ganas de que esto prospere. A veces los políticos cuentan cosas y todo es mentira”.
El director general de Icamcyl, Santiago Cuesta, recalca su objetivo de “atraer talento, gente que ha tenido que salir fuera porque las políticas de retorno no son suficientes y el sistema de acomodación para jóvenes talentos en el ámbito de la ciencia y la tecnología no es estable y con proyección; no tenemos capacidad real para atraer esos talentos”.
Aportar experiencia
“Buscamos incorporar líneas estratégicas de alto grado en tecnología con gente altamente preparada, investigadores que sean doctores, que tengan experiencia en el extranjero, para trabajar en materias primas estratégicas, energía, materiales avanzados… en todo lo que proyectamos como fundación para una reconfiguración industrial del norte de Castilla y León con personal con capacidades para que nuestra fundación sea líder en esas temáticas”, añade.
Juan reitera que se sienten afortunados de poder retornar y hacerlo en un puesto en el que pueden aportar la experiencia adquirida en el extranjero, que no es posible siempre. “Necesitamos, quizá, ejemplos que demuestren a las empresas que la investigación puede ser una inversión muy rentable. Tenemos que transmitir eso al tejido empresarial”, recalca.
Ella insiste en las ventajas de contar con jóvenes muy preparados, capacitados para asumir distintos retos. “No trabajamos únicamente en universidades, podemos traer dinero, productividad y nuevas líneas de trabajo”, insiste antes de lanzar un mensaje de ánimo “a los investigadores y la gente que está fuera y que ojalá puedan volver pronto a levantar este país”.
Mientras, no desaprovechan la ocasión de trasladar a los responsables políticos e institucionales un llamamiento que recoge el sentir propio y de los colegas y amigos que siguen en el extranjero, con ganas de volver a su país. “Están formando a personas, invirtiendo dinero en nosotros y todo ese conocimiento y esa experiencia lo disfrutan países externos y eso no es una política inteligente. Están desperdiciando”, concluyen.