Hay personas con un gran potencial y que intervienen en proyectos que podría decirse que son capaces de cambiar el mundo. Sin embargo, no todos tienen el privilegio de poder contar con un reconocimiento que así lo acredite, como le ocurre al leonés Carlos Castro, un joven que ha sido nombrado Innovador del Año 2015 menor de 35 años con su proyecto ‘Leuko’, que le ha otorgado el privilegio de ser considerado como uno de los diez jóvenes españoles capaces de cambiar el mundo.
Este nombramiento lo hace la revista MIT Technology Review, considerada como la revista tecnológica más antigua del mundo, que premia el trabajo de los mejores investigadores, estén o no participando en programas del Massachusetts Institute of Technology (MIT). En esta ocasión, el leonés era el único aspirante de este organismo para optar a un galardón que han recibido algunas personas tan conocidas como el fundador de Facebook, Mark Zuckerberg. “Conocía a gente que lo había ganado en años anteriores y que me parecía que hacían proyectos increíbles, además de que han conseguido llevar sus innovaciones al público”, comenta Carlos Castro, que dice sentirse orgulloso por el nombramiento, al tiempo que siente “un poco de presión” pero más motivación si cabe para intentar ‘cambiar el mundo’.
‘Leuko’, el proyecto que le ha hecho merecedor de este nombramiento, es un pequeño dispositivo óptico que se puede colocar en el dedo, de forma similar a los tradicionales aparatos de medición de oxígeno en sangre y que permite el cálculo de glóbulos blancos sin necesidad de obtener una gota de sangre. Al no ser necesaria ninguna extracción, con este método se toman imágenes de los capilares de la cutícula del dedo, la hemoglobina de los glóbulos rojos absorbe la luz pero no así los blancos, que por lo tanto se ven pasar “como partículas transparentes en las imágenes”, explica Carlos Castro.
En un principio ‘Leuko’ se está aplicando en pacientes oncológicos porque “para ellos es especialmente relevante”, aunque la intención es que pueda llegar a todo tipo de enfermos, facilitarles la vida y simplificar los trámites médicos que a veces resultan muy laboriosos. E incluso poder hacerlos desde casa, en algo que podría equipararse a la medición de la glucosa a través de un glucómetro, y que permite realizar los controles “de manera más frecuente” además de que se abren posibilidades diagnósticas “que antes no existían”.
Una vez finalizada su tesis, este ingeniero en Telecomunicaciones leonés, que se define como una persona “inquieta y muy curiosa y buen trabajador en equipo”, oyó hablar del programa ‘M+Vision’ que se ponía en marcha entre la Comunidad de Madrid y el MIT, para tratamientos de imagen médica. “Encajaba con mi perfil y el MIT es la meca de todo ingeniero”, explica. Una vez superadas las pruebas de selección fue uno de los elegidos, así que Castro no dudó en hacer las maletas. “Es un programa muy bonito, porque se recogen iniciativas que se van a poder aplicar”, reconoce.
En un principio, el trabajo consistió en acompañar a los médicos por los diferentes departamentos de algunos hospitales madrileños, como el Clínico San Carlos o el Gregorio Marañón. “Al seguir al médico, ibas viendo los problemas que tenían en la práctica médica y planteabas las posibilidades que daba la tecnología para resolver esas dificultades”.
Fue en una de esas rotaciones, la que hizo en oncología del hospital Gregorio Marañón en la que la doctora Montserrat Blanco hizo alusión a uno de los efectos secundarios de los pacientes sometidos a quimioterapia. “Se quedan inmunosuprimidos y muy expuestos a infecciones, lo que requiere de hospitalización y es algo que impacta negativamente en su supervivencia”, relata Castro. Fue entonces cuando se le ocurrió la necesidad de idear un dispositivo capaz de medir los glóbulos blancos “de manera mucho más continua” para así evitar esas situaciones de riesgo.
Los primeros pasos
Las primeras pruebas se hicieron con un pequeño microscopio portátil disponible comercialmente, y una vez que se apreciaron las imágenes que se habían tomado, el equipo se animó a continuar adelante y lo empezó a probar con pacientes del hospital de Fuenlabrada que acudían a la sala de extracciones a análisis rutinarios. “Después teníamos los resultados de la analítica y los podíamos comparar”, explica Carlos Castro.
Los primeros datos se empezaron a tomar en diciembre de 2014 y el equipo analiza ahora los datos obtenidos y el nivel de fiabilidad de los algoritmos que se aplican. “No queremos sustituir las máquinas en el hospital, sino permitir que el paciente lo pueda hacer desde su casa”, añade.
Una vez puesto en marcha, el trabajo este año pasa por seguir mejorando el algoritmo para optimizar la precisión. En Fuenlabrada se continúa trabajando con pacientes de la sala de extracciones mientras que la colaboración se ha ampliado al Massachussets General Hospital de Boston, uno de los mejores centros hospitalarios de Estados Unidos, donde se está trabajando con pacientes inmunosuprimidos, en concreto con personas transplantadas de médula que “tienen niveles normales de glóbulos blancos y cuando les transplantan, literalmente se quedan a cero, así que ahí podemos hacer una determinación de ambos casos”.
Financiación y posible comercialización
La financiación disponible hasta ahora, procedente del Consorcio M+Vision y de dos agencias americanas y con la que se están analizando los datos obtenidos hasta ahora y diseñando un dispositivo mejor, termina el próximo mes de junio. Por eso, los objetivos más inmediatos pasan por ampliar la financiación y, si se sigue demostrando la viabilidad del proyecto, poder constituir una empresa e iniciar los trámites para la comercializacion de ‘Leuko’.
El equipo del que forma parte Carlos Castro –en el que también hay personas procedentes de Madrid, China, Suiza o Reino Unido- tiene fijados dos horizontes, uno a corto y otro a largo plazo. El más inmediato pasa por el estudio de pacientes de quimioterapia y la obtención de datos “que proporcionen una prueba de concepto”, pero a más largo plazo miran a unos cinco años vista, aproximadamente en 2020 o 2021 para la posible comercialización del producto. “Este año y el siguiente serían de desarrollo técnico, otros dos para acometer procedimientos regulatorios y otro para el lanzamiento comercial”, desea Castro.
Trayectoria internacional
Después de estudiar en León, Carlos Castro empezó en Madrid la carrera de Ingeniería de Telecomunicaciones en la Universidad Politécnica. El último año disfrutó de una beca Erasmus en Estocolmo, donde también hizo un Máster en el Royal Institute of Technology antes de leer su tesis en Suecia. Al volver a Madrid entró a formar parte de un grupo de investigación en imagen médica en la Politécnica y allí comenzó el Doctorado. “Me gustó Telecomunicaciones, pero prefería aplicarlo a algo que realmente le importara a la gente y que fuera algo que impactara en la salud, me llenaba más eso que dedicarme a hacer teléfonos móviles”, reconoce.
Parte de su trabajo lo hizo con un grupo que utilizaba imágenes médicas, resonancias o tacs, para el diagnóstico, y Carlos Castro estudió imágenes del corazón procedentes de un hospital de Holanda. En concreto, el programa detectaba las arterias coronarias y la posible presencia de calcificaciones, una iniciativa que les permitió ganar un concurso en Nueva York. Posteriormente continuó con su tesis, en colaboración con biólogos de París, que estaban estudiando la formación de los órganos a través de peces, y en el que Castro tomó parte con el aspecto técnico, una materia que constituyó la parte más importante de su tesis, que leyó en 2013.
Más reconocimientos
El de Innovador del Año 2015 menor de 35 años no ha sido el único reconocimiento que ha recibido recientemente Carlos Castro por su proyecto ‘Leuko’. A finales del año pasado también resultó, junto con su equipo, ganador del programa ‘Impacto salud’ que por primera vez pusieron en marcha Ashoka, una organización que promueve emprendedores sociales o proyectos con impacto social, en conjunción con el grupo farmacéutico Ipsen.
En esta primera convocatoria se seleccionaron cinco proyectos del territorio peninsular relacionados con el área de la salud, en especial de la oncología, y ‘Leuko’ no solo quedó entre los cinco finalistas, sino que resultó ganador, con un premio final consistente en una dotación económica de 7.000 euros.
Pero además, ‘Leuko’ también se ha presentado a nivel internacional en Asia, concretamente en Singapur, donde el mes pasado se celebró un Congreso Mundial de Jóvenes Científicos, en el que el leonés Carlos Castro representó al MIT para dar a conocer el proyecto en una cita con personajes de gran prestigio, entre ellos algún premio Nobel.