La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, departió esta semana con el presidente Herrera en visita a su Valladolid natal. De este encuentro ha trascendido la importancia que desde Castilla y León tiene el asunto de la despoblación, la falta de algunas infraestructuras básicas en algunas zonas del amplio mapa de la Comunidad e incluso hubo un pequeño apartado para la política de revitalización de las cuencas mineras de León y Palencia. Todo ello y alguna cosa más, de cara a la Conferencia de Presidentes autonómicos con el propio Gobierno en aras a decidir la financiación autonómica.
A falta de un Senado que cumpla con la verdadera representación territorial del Estado, nos tenemos que conformar con este tipo de reuniones, digamos, sectoriales. A buen seguro, nosotros, los castellanos y leoneses, pelearemos por nuestros derechos pecuniarios del erario público y volveremos una vez más a casa con todo lo más que podamos. Nuestra tierra que ha dado presidentes de Gobiernos y figuras políticas, también aporta la mayor extensión de toda la nación. Y por eso siempre reclamamos más ímpetu a nuestros representantes regionales en este tipo de encuentros.
Lo que parece haber pasado de rondón, como si nada, ha sido el borrador de ponencia de desarrollo económico y territorial que la vicepresidenta presentó el pasado sábado en Barcelona ante destacados miembros de su partido, destacaba entre ellos el presidente gallego Feijóo. En dicho documento, en fase de borrador o avisador, Sáenz de Santamaría presentará en el congreso de febrero del PP nacional la rebaja del papel de las diputaciones a los municipios de 10.000 habitantes para abajo, y no de 20.000 como hasta ahora. Ello se explica como concesión a Ciudadanos, que quería eliminarlas, quedando el tema en una postura intermedia. Este tema en Castilla y León, con nada menos que nueve diputaciones, no es baladí.
Para ABC