El Diario ABC publica hoy en su edición de Castilla y León una entrevista con la religiosa astorgana Bernardina Pérez, que acaba de cumplir 100 años de edad. Reproducimos aquí parte de la entrevista.
“Sólo Dios y yo sabemos el secreto de mi longevidad”. Así de misteriosa se muestra la madre Bernadina Pérez días después de haber soplado cien velas en su tarta de cumpleaños. Un siglo de vida del que la religiosa ha dedicado 78 años a los más necesitados desde su labor monacal en La Compañía de María de Valladolid. La dicharachera monja no se cansa de agradecer a Dios “la buena salud” recibida durante toda su vida. Nacida en Astorga, su pronta vocación la llevaron a cursarse colegiala en Colegio La Enseñanza de Valladolid, para después finalizar sus estudios de Magisterio, Corte y Confección en León. “Él me llamó y acudí”, señala la centenaria que aún sigue leyendo la prensa diaria sin problemas.
Entonces comenzó su otra gran pasión: la enseñanza. Durante más de 20 años se dedicó a la docencia en el centro que la había acogido tiempo atrás. “Me encanta enseñar, sobre todo las matemáticas”, apunta, mientras ojea un álbum realizado por su familia durante la última reunión a la que asistieron más de 60 familiares. “Esta pequeñina no da guerra ninguna”, relata Bernadina mientras muestra a la más joven de la familia. La propia religiosa reconoce orgullosa la autonomía que tiene a pesar de su avanzada edad, lo que la permite hacer “todo lo que pueda”.
Además, la monja dedicó trece años de su vida en tierras chilenas en labores de enseñanza y educación a mujeres. Pero su vida no se detiene y en 1979 decide regresar a España para rotar por distintas casas de las orden hasta que en 1988 se establece definitivamente en Valladolid, si bien no oculta la nostalgia a su Astorga natal. “Hace mucho que no voy y la echo de menos. Sus murallas, su Plaza Mayor”, recuerda.
Su última obra en favor de los más necesitados la realiza cuando funda y dirige “Vida Ascendente”, una organización de ayuda a enfermos y personas mayores. Ahora, cien años después de nacer, insiste que su único deseo es que el mundo sea “un poco menos egoísta” para beneficio de todos.
Texto: David Alonso
Fotografía: F. Heras