Sola en el camino

Viajar. Después de meses de confinamiento y restricciones, el deseo de viajar es más acuciante que nunca. Viajar en caravana, en tren, en avión. Viajar con mi pareja, en pequeños grupos familiares, con mis amigos del alma… Eso podemos hacerlo casi todos y todas. Pero viajar sola se está convirtiendo en un singular privilegio que parece que sólo a ellos les está permitido.

 

Muchas personas, a lo largo de su vida, sienten el deseo o la necesidad de hacer un viaje sin más compañía que sus pensamientos. A veces necesitas aislarte para encontrarte, o para aprender a disfrutar de los pequeños placeres que nos brinda la aventura de vivir. A veces quieres estar sola porque sí, sin más explicación.

 

Sin embargo este placer, se está empezando a cuestionar en pleno siglo XXI si eres mujer. Fue menos cuestionada Mary Kingsley cuando a finales del siglo XIX se adentró en tierras africanas, viajando sola, sin sirvientes, con una bolsa de té, un cepillo de dientes y poco más, que algunas mujeres que deciden hacer un viaje solas en estos tiempos tan supuestamente modernos e igualitarios.

 

Oímos y leemos comentarios demasiado paternalistas, poco pedagógicos y nada constructivos, cuando una mujer que viaja sola denuncia que ha sufrido una situación de acoso. Cuidado. No dejemos que se instale entre nosotros el falso argumento de la seguridad frente a la libertad. No permitamos que se asuma por la mayoría que para mantenernos vivas tenemos que encerrarnos y renunciar a lo que ellos sí pueden disfrutar.

 

Muchas mujeres son asesinadas por sus parejas o exparejas en la supuesta seguridad de su entorno laboral, en el portal de su casa, en su propio hogar. Las asesinan en plena calle, en presencia de testigos, delante de sus hijos e hijas. Están luchando por salir adelante y las matan. No están solas y las matan. No están haciendo ninguna locura que se salga de las normas más comunes socialmente aceptadas y las matan. O sí, y las matan también.

 

Erradicar la violencia que se ejerce sobre las mujeres es una tarea compleja que desde luego no pasa por cargar sobre la víctima toda la responsabilidad. No es ella la que se pone en peligro. Es él quien busca controlar y dominar, es él quien destruye cuando no lo consigue. Es él quien debe ser repudiado y es ella quien debe ser apoyada porque tiene todo el derecho del mundo a estar sola en el Camino si así lo elige.

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Un comentario en “Sola en el camino

  1. cuando veo que hay un artículo de esta señora, pincho inmediatamente para ver si la última barbaridad supera a la anterior. Como viene siendo habitual, hace una caricatura de la realidad, en la que parece que españa sea poco menos que un infierno para las mujeres. En esta ocasión parece que le ha tocado al camino de santiago, aunque el artículo es tan superficial que se podría circunscribir a cualquier camino o viaje en general , lo cual sería mas delirante aún. Por poner datos, en lo que va de año han hecho el camino más de 100.000 peregrinos, en un trazado total de más de 900 km solo en el camino francés, la mayoria de los cuales discurren por zonas alejadas de núcleos urbanos. Pues en ese período, y en ese enorme area se ha producido una única denuncia por acoso sexual. A algunos le parecerá mucho y ojalá fuese cero, pero en un área de esas dimensiones, y con esa cantidad de gente, el dato infinitesimal lo único que viene a decir son dos cosas. La primera, que no se puede poner un policia cada cien metros, y la segunda que esta señora vive en otro mundo. Un mundo de resentimiento en el que cualquier hombre es potencialmente culpable de cualquier delito que se produzca en el último rincón de este país. No importa que los datos demuestren que españa tenga una de las tasas mas bajas de agresiones sexuales o de muertes de mujeres a manos de sus parejas. Por cierto, no se sabe cuantos hombres han muerto asesinados por sus mujeres en lo que va de año, entre otras cosas porque ese dato no existe. Si existiese a lo mejor nos llevabamos sorpresas, y podriamos reirnos más aún de esta desigualdad, porque no se engañen, señoras y señores, niños, niñas y niñes. Los hombres vivimos desigualdad.

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