En un día como hoy en el que los periodistas celebramos la festividad de nuestro patrón San Francisco de Sales, es un buen momento para detenerse un instante y ver con detenimiento cuál es la situación actual de nuestro sector, que sin duda es un fiel termómetro para conocer la salud de cualquier sociedad democrática. Y es que no nos cansaremos en insistir en que sin un periodismo de rigor, libre y ejercido por profesionales formados es imposible que una democracia cuente con fuertes pilares sobre los que sustentarse y defenderse ante cualquier tipo de ataque que pretenda coartar las libertades de la ciudadanía.
Recientemente y con motivo de ciertos acontecimientos tanto en nuestro país como en el extranjero han saltado al ruedo de la actualidad los asuntos de la desinformación y de las noticias falsas. Efectivamente, estos dos conceptos son un ataque muy grave a cualquier democracia, pero ello no debe servir para restringir y limitar el ámbito de actuación de los medios de comunicación y de los periodistas que trabajan en ellos, como se ha querido dejar entrever con el estudio de la creación de unas comisiones que vigilarían la veracidad o no de ciertas informaciones. A este respecto, es importante recordar a los responsables políticos que actualmente los periodistas ya respondemos ante la Fundación Comisión de Arbitraje, Quejas y Deontología del Periodismo, un ente independiente, que vela porque los medios de comunicación no se aparten del primer compromiso de nuestro código deontológico, que no es otro que el respeto a la verdad. Por este motivo, consideramos que para evitar la desinformación y las noticias falsas lo que hay que hacer es poner en valor la labor de los medios de comunicación y diferenciarlos de otros soportes y canales de comunicación como las redes sociales. Para ello, en vez de querer restringir la libertad de los periodistas sería más positivo para nuestra democracia que por ejemplo se incluyan dentro de la formación académica ciertas materias para que nuestros jóvenes tengan una actitud crítica ante la información que reciben y sepan diferenciar si el emisor de dicha información es un medio de comunicación de verdad o no.
Este problema del intrusismo es un mal que nos sigue acompañando a día de hoy y que es el que ayuda a que la desinformación y el periodismo no riguroso lleguen a los ciudadanos, lo que provoca una falta de credibilidad entre la población. La única manera de luchar contra este problema es seguir insistiendo a instituciones y medios de comunicación para que sólo contraten a personas con la titulación de Periodismo para ejercer como tal, algo que aunque parezca inaudito no siempre sucede, ni en el caso de los organismos públicos ni en algunos medios de comunicación.
Por otro lado y sin olvidarnos de las nefastas cifras de paro en nuestro sector, es básico erradicar también la precariedad laboral que acecha a un gran porcentaje de periodistas, lo que afecta sin duda a la calidad de su trabajo final y por lo tanto a la información que llega al receptor. Por todo ello, es importante ajustar las jornadas laborales a unos horarios dignos y unos sueldos acordes con la responsabilidad que tiene ante sí un profesional del periodismo. Somos conscientes de la difícil situación que viven muchos medios en referencia a la reducción de los ingresos en publicidad, pero la única manera de supervivencia del periodismo es apostar por la calidad y el rigor, y esto sólo se consigue si el periodista cuenta con unas condiciones dignas en su entorno laboral.
Por último, también es necesario hacer autocrítica y recordarnos a nosotros mismos que cuando decidimos dedicar nuestra vida a esta profesión adquirimos un compromiso con la sociedad, del cual no debemos olvidarnos, y por lo tanto, a pesar de todos los inconvenientes que podamos tener durante nuestra labor diaria tenemos que esforzarnos en dar lo mejor de cada uno, ya que es la clave para que la ciudadanía siga creyendo en nosotros y sigamos siendo uno de los pilares donde se sustente la democracia en la que vivimos y que entre todos debemos defender.
Pedro Lechuga Mallo
Presidente de la Asociación de Periodistas de León (APL)