Vaya manía que tiene la derecha de este país de utilizar en vano el nombre y la memoria de Adolfo Suárez. Ya lo hizo hace unas semanas el líder nacional del PP, Casado, al colocar a su derecha al hijo de Suárez, como guardia de corps y como símbolo del éxito de la Transición democrática. Lo que le sucedió a Casado es que el mensaje radical y extremista que transmitía nada tenía que ver con el mensaje y la herencia de Suárez, por mucho que su hijo apareciese continuamente a su lado. El hijo de Suárez no es Suárez, eso está claro. La inteligencia, la moderación, la cintura política, el don de gentes, la simpatía, la capacidad de trabajo, la visión de futuro y el carisma no se heredan, no; así lo ha podido comprobar el propio Casado con sus resultados electorales. Se podrá pasear por las calles y los mítines la imagen y la familia de Suárez, pero su herencia política no es de nadie, es de todos, y no se debe utilizar. Suárez no es el brazo incorrupto de Santa Teresa. Un respeto.
Viene todo este prolegómeno a que el candidato del PP –perdón, ya no se sabe si es del PP- a la Alcaldía de León y actual alcalde, Antonio Silván, en su magnífico folleto electoral, caro, bien diseñado, muy gráfico, de colorines, se abre con una cita de Adolfo Suárez. Qué manía. Pero son las órdenes: hay que centrarse, moderarse, olvidarse de la radicalidad de la pasada campaña electoral, tan desastrosa para el PP. Y Suarez es la garantía del centro.
Y Silván lleva el cumplimiento de las órdenes hasta el extremo y por eso se ha olvidado colocar las siglas de su partido, el PP, en el su foto oficial de campaña y en ese magnífico folleto propagandístico. Ahí aparece Silván, sonriente como siempre, al lado del Palacio de Exposiciones, bajo un cielo azul, con los brazos cruzados y con un eslogan de tres frases: Más experiencia, más gestión, mejor futuro. Pero, eso sí, por ningún lado aparecen las siglas de su partido, el Partido Popular. ¿Es Silván un paracaidista sin red? ¿se avergüenza de su partido? ¿es un superpolítico, capaz de ganar por si solo, sin la ayuda de la maquinaria de su partido? ¿o es que ya no existe el PP en León? Sólo un guiño de una gaviota multicolor deja adivinar que Silván es todavía un fiel militante del Partido Popular.
Así diseña el PP de la capital su ya inminente campaña electoral. Y lo hace abriendo su sede electoral en las antiguas instalaciones del Banco Popular en la Plaza de Las Cortes Leonesas, instalaciones de un banco quebrado, rescatado a última hora por el Santander antes de que su quiebra diera lugar a otra crisis financiera en España. Un candidato que oculta las siglas de su partido y que se instala en la sede de un banco quebrado, no sé, no presagia nada bueno.
Silván confía la campaña a sus fuerzas, como un llanero solitario. Sólo tiene a su equipo, muy justo de fuerzas y muy previsible. Sólo entre bambalinas se adivina la presencia del único que tiene energía y capacidad de innovación, su jefe de gabinete. Y poco más. Es como si Silván saliese a perder. Él sabe que necesita repetir resultados, es decir aguantar los diez concejales, pero lo va a tener complicado. Ciudadanos va a subir y va a aparecer Vox. Así que su única posibilidad es encabezar la triple alianza. Pero la política de pactos y de negociaciones a múltiples bandas hace el futuro imprevisible. No depende de él.