“Siempre tiene que haber algo ocupando la cabeza, porque sin puerto de destino no hay nunca viento favorable”

El escritor Oscar M. Prieto, de Benavides de Órbigo, ha publicado cinco novelas, 'Love is a game', 'Las horas se ríen de mí', 'El tercer sacramento', 'Palabras de carne y hueso' y ‘40’, y además colabora como articulista para distintos medios de comunicación

El escritor Oscar M. Prieto nació el 14 de septiembre de 1973 en Benavides de Órbigo. Una vez completadas las enseñanzas primaria y secundaria en distintos centros de la provincia de León, se traslada a Madrid para iniciar los estudios de Ingeniería Superior de Minas en la Universidad Politécnica de Madrid. Pocos meses pasará en esta escuela y tras una temporada en Londres decide iniciar los estudios de Filosofía, que comienza y finaliza en la Universidad misma universidad, en concreto en el departamento de Filosofía del Derecho, Moral y Política.

Una vez completados los cursos de doctorado, comienza en la misma facultad los estudios de la licenciatura de Derecho. En la actualidad, cursa el grado en Geografía e Historia en la UNED. Al mismo tiempo que parte de esto sucedía, una vez licenciado en Filosofía, entra como profesor en la Universidad Rey Juan Carlos, impartiendo lecciones de Filosofía Política y Filosofía del Derecho. A día de hoy, trabaja en el área de Relaciones Internacionales de la misma Universidad

Comenzó a estudiar Ingeniería de Minas y posteriormente encontró su vocación en la filosofía, ¿podría explicármelo?

Lo de Minas fue un accidente, una broma de la pubertad. La mejor decisión que he tomado en mi vida fue salir de la mina, de la “caverna” y subir hacia el Sol. La Filosofía, ciertamente es una vocación, la llamada de todas las preguntas que empujan hacia arriba buscando sentidos y respuestas, donde no los hay, pero el intento, vivir, merece la pena.

¿Cuáles eran sus primeras lecturas antes de escribir? ¿De qué tipo?

No fui un lector precoz. Niño de Mortadelo y Filemón. Hasta el salto mortal con doble tirabuzón del Siglo de Oro: Lope, Quevedo, San Juan de la Cruz.

¿Por qué escribe?

Porque a los escritores se nos permite ser más “informales”, se nos perdonan algunos pecados veniales. Porque es más difícil pasar de la rosa a la palabra que un árbol de cómo fruto pájaros, pero si al menos una vez logras conseguir este milagro, compensará todos los sacrificios. Y sólo necesito un papel y un bolígrafo.

¿En algún momento se planteó dejar de escribir? O una vez que se empieza ya no se puede parar, ¿se crea la necesidad de escribir?

Me planteo todos los días dejar de escribir. Todos los días. Y cada vez que leo un buen libro, uno bueno de verdad, me lo planteo doblemente: ¡Qué hago yo escribiendo! No, no tengo necesidad de escribir. Escribir es una decisión tomada libremente. Creo que podría no volver a escribir una palabra. Pero también creo que podría no volver a beber una cerveza.

Destaque algo de cada una de sus obras

“Palabras de carne y hueso” fue la emoción y el divertimiento, la apuesta de ser la primera. “El tercer Sacramento”, fue por qué estaba de acuerdo con Milan Kundera, porque una vez es ninguna vez. Al menos tenían que ser dos. Luego, con “Las horas se ríen de mí”, me caí en el pozo del tiempo, mi obsesión, fue un regalo a mi abuelo, que perdió la memoria y así se hizo eterno. Exprimido hasta la médula, con “Love is a game” me permití todos los excesos, un futuro y un mundo inventado, una ciudad presente de artistas criminales y un viejo reino en el que las gárgolas se van cayendo. “Berlin Vintage” fue la excusa perfecta para poder viajar sin levantar envidias: Roma, Londres, Madrid, Malta, Sicilia, Milán, San Petersburgo, Berlín y Ginebra. Y también, por supuesto: Caravaggio. Y ahora, la última, sin título seguro, digamos “40”, es un canto a la vida, celebrar el amor, los amigos, las mujeres, los padres, los hijos, los ratos perdidos, que no se perdieron.

Oscar M. Prieto

¿Por qué pasa tanto tiempo entre ‘El tercer Sacramento’ y ‘Las horas se ríen de mi’?

Porque, ya había escrito dos y no tenía claro si quería escribir una tercera. Porque estaba estudiando otra carrera, porque los amagos de tesis doctoral robaban mucho tiempo, porque había comenzado a dar clase en la universidad. Tanto tiempo de una a otra, porque no había tiempo para todo y menos si además tenía que aprender a escribir.

¿Qué sensación vivió al publicar su primera novela?

La de una felicidad sin amarres y sin contrapesos, como un globo volando sin lastres. Fue una alegría, efusiva, como son las alegrías que llegan sin haberlas llamado. Y brindamos muchas noches por ello.

¿Cuál es la novela que más tiempo le llevo escribir y la que menos? ¿por qué?

No sabría decirte exactamente si fue “Las horas se ríen de mí” o bien “Berlín Vintage”, las dos, mes arriba, mes abajo, cuatro años. De “Las horas”, ya he explicado por qué. “Berlin Vintage”, fue como levantar una catedral y luego estaba todo el tema de viajar por medio mundo. Lleva su tiempo, muchas horas de aeropuerto.

¿Cuál es la novela que más le gusta o por la que más se decanta por ella?

Cada una de ellas forma parte de mi biografía, no se trata sólo de motivos literarios. Creo que “Love is a game” es la más especial y “Berlin Vintage”, como he dicho es una catedral, llena de pasadizos y de laberintos, tiene el afán, seguramente ingenuo, de quererse perdurable. Pero, “40” –por ahora es el título- es mi canto de acción de gracias a todas las personas que han hecho de mi vida una vida más amable.

Desde la publicación de su primera novela, ¿qué y cómo ha cambiado literariamente hablando?

Veinte años ya… el tiempo no para. Más que cambiar es un desarrollarse. Supongo que también le habrán salido algunas canas a mis palabras. No hay urgencias por llegar al final de cada historia, he aprendido a esperar y tengo más claro, en la vida y en los libros, que lo que tenga que suceder, sucederá. En veinte años, lo que cambia, es que he vivido 20 años más, he leído más libros y he escrito un poco más. Y esto, inexorablemente, encuentra su reflejo en los libros que escribo.

La última novela 40, hábleme de ella.

“Le llaman mujeriego, pero no lo es. Es sólo que busca ese brillo que le deje ciego, para poder ver. Sólo en ellas puede ver, son como grietas por las que se cuela la luz y el sentido en la oscuridad del mundo”

Cosmo, el protagonista de esta historia, “40”, es un bon vivant, un hombre atractivo que ha perdido el atractivo por vivir. Una arritmia cardiaca le lleva hasta las urgencias de un hospital donde, por equivocación, está a punto de ser asesinado, confundido con un capo de un cártel del narcotráfico. Los cuatro disparos que sonaron en la habitación 356 en lugar de matarle, le despiertan de su sueño de abulia y facilidad. Resucitado, tiene un objetivo, un propósito: celebrar la vida. Decide dar una fiesta para su 40 cumpleaños y reunir a todas las personas que se han cruzado  para bien con él en su vida, porque festejar es una manera jubilosa de devolver a los demás parte de lo mucho que te han dado. Un canto a la vida, porque nadie tiene asegurado cumplir un año más.

Actualmente está escribiendo algo, ¿tiene algún proyecto en mente?

Siempre tiene que haber algo ocupando  la cabeza, porque sin puerto de destino no hay nunca viento favorable. Tengo dos proyectos, los dos fascinantes. Los dos me dan miedo.

¿Un escritor favorito?

Jorge Luis Borges.

¿Un libro?

El “Rerum natura” de Lucrecio.

Un autor/autora insoportable

Huyo de ellos.

Un libro insoportable

El manual de Derecho Administrativo.

Un rasgo que defina su personalidad

Cotumaz: quien persevera en el error.

¿Qué es lo que más le divierte en esta vida?

Los chistes malos y contárselos mil veces a mis amigos, los mismos chistes malos.

Resuma en una frase su modo de entender el mundo

Hombre soy y nada de lo humano me es ajeno.

Oscar M. Prieto

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