E.Jiménez José Julio Falagán, delegado de Misiones de la Diócesis de Astorga, nos habla de la labor de los misioneros en países subdesarrollados, así como de los riesgos a los que se exponen. A su vez, se muestra muy crítico con el Gobierno, que ha recortado las ayudas externas un 50 por ciento.
Lleva como párroco de Sésamo, en Vega de Espinareda, desde el año 2011, pero antes pasó 10 años en Nicaragua. ¿Cómo fue su experiencia?
Mi experiencia en Nicaragua es muy rica, muy positiva, trabajé en una zona de selva. Como el 50 por ciento de la parroquia era zona de selva, el otro 50 por ciento era ya con poblados establecidos, con ciudad, con algo de carreteras, de comunicaciones, con población campesina, poca presencia indígena ya, las personas que había ya eran mestizas, y bueno, un trabajo muy interesante sobre todo a nivel de organización, ya sea económica, humana y religiosa. Ese era nuestro lema, la formación y la organización.
¿Echa de menos su labor allí?
Sí, por supuesto, yo estoy aquí por unos motivos muy concretos, por la atención de mis padres, sino yo no estaría aquí, estaría en Nicaragua o en otro sitio, evidentemente. Este no es mi sitio.
También es delegado de Misiones de la Diócesis de Astorga, ¿cuáles son sus funciones en ese cometido?
Es mantener viva la dimensión misionera de la Diócesis de Astorga, animar y darnos cuenta a nivel de nuestros pueblos, de nuestras parroquias, de nuestros cristianos que nuestra labor evangelizadora no termina aquí en esta Diócesis, en este territorio, sino que la Iglesia tiene una dimensión universal y que tenemos que estar pensando siempre en más allá de nuestras fronteras.
¿Cuántos religiosos de la Diócesis de Astorga hay en misiones?
Son 442, repartidos entre África, América, Europa, Asia y Australia. Los más numerosos están en América. También hay algunos que son bercianos, que desarrollan su labor sobre todo en el continente africano, en zonas donde el ébola está presente.
¿Qué trabajo realizan los misioneros en esos países?
Cuando se abre una misión, se centra siempre en tres campos: educación, salud y bienestar social y la defensa de los derechos humanos y de la mujer. Y esos son también los tres grandes bloques que compartimos la relación con las ONGs o instituciones civiles e incluso con instituciones no creyentes, es decir, cualquier ONG que va a un país subdesarrollado va sobre todo promocionando estas tres grandes líneas. Lo que intentamos es transformar, que surja un hombre y una mujer distinta, nuevos, con todos sus derechos.
Además de todo eso, el misionero o la misionera católica realiza todo esto con una idea muy concreta, la de anunciar a Jesucristo, que es un poco lo específico de la misión cristiana. La misión cristina tiene una escuela, ofrece la mejor calidad de enseñanza y a la vez intenta que a través de esa escuela se de a conocer el nombre de Jesús. Si una ONG llega y tiene unos principios laicos pues esa ONG dará la mejor educación que pueda y no tiene porque hacer expresivo otro tipo de anuncio en el cual no creen, lo cual yo respeto mucho y me parece muy bien.
La media de edad de los misioneros suele ser bastante alta, ¿echa en falta la llegada de gente joven?
En estos momentos es alta porque el colectivo de misioneros se ha nutrido sobre todo de las órdenes religiosas y de los sacerdotes diocesanos, y tanto unos como otros son un colectivo de un nivel de edad bastante elevado. No obstante, nosotros tenemos un grupo considerable, algunos laicos, algunos sacerdotes y religiosas menores de 50 años. Pero claro, la media de edad es alta y cada vez más. Nosotros en la Diócesis de Astorga y en la de León no tenemos recambio generacional para todas estas personas, por eso gran parte de la labor que durante años estuvieron haciendo los misioneros hoy en día es asumida por la cooperación internacional y por las ONGs, lo cual a mi me alegra.
Por otro lado, hay que aprovechar para hacer la denuncia de cómo este gobierno que ahora mismo tenemos en España, por la situación de crisis y demás, han reducido las ayudas un 50 por ciento y esto, de cara al mundo, es un palo impresionante porque yo puedo intentar reunir mucho dinero a través de una institución religiosa, pero la capacidad que tenía de aportar el Gobierno de sus fondos no es igual aportar un millón de euros que medio millón y esto es lo que ha ocurrido y está influyendo muchísimo a la hora de ayudar a estos países que están viviendo, en gran parte, muchos de ellos en algunas actividades, de la ayuda externa.
¿Cuáles son los principales riesgos a los que se exponen los misioneros en estos países?
Son los mismos a los que se expone la población civil nativa, porque viven en medio de ellos. Si Manuel (haciendo referencia al religioso berciano Manuel García Viejo, infectado de ébola) hubiera estado viviendo en Ponferrada, no se hubiera contagiado del ébola. Si viviendo en Sierra Leona él hubiera estado en un hospital de la capital o hubiera estado en una gestión de papeleo, posiblemente tampoco se hubiera contagiado. Pero un poco lo que define a la persona del misionero es estar en medio de la gente. Si tu andas metido en la cocina, es muy fácil que te quemes con las ollas.
Me imagino que las noticias que le llegarán de Manuel García Viejo son desoladoras
Sí, nos vamos enterando por la prensa y estamos con la esperanza de que no ocurra como le ocurrió a Miguel Pajares, que finalmente falleció. Esperamos que Manuel no, porque no solo sería el triunfo de salvar una enfermedad, sería el triunfo de salvar una idea, la idea de decir: arriesgué mi vida y la he recuperado para seguir arriesgándola.
De todas formas, a mi una de las cosas que me gustaría que diéramos a conocer es que detrás de Manuel hay 6.000 personas infectadas y eso es como una mancha de aceite que va corriendo, entonces que el problema en el cual se puede ver metido el mundo si esta epidemia no se corta puede ser una epidemia muy semejante y mucho más veloz a lo que puede ser el síndrome de inmunodeficiencia.
Esto yo creo que es importante, a nosotros nos toca muy de cerca porque es una persona a la que conocemos, pero cuando hablamos de 6.000 personas afectadas pueden quedar niños huérfanos, van a quedar mujeres viudas, van a quedar hombres sin familia, estamos hablando de que los toques de queda pasan por las casas recogiendo cadáveres, es decir, es que son situación que ya en Europa se vivieron en el siglo XVI ó XVII con las grandes pestes.
La deuda que tiene Europa con África, de la que solo nos separan 14 kilómetros, es enorme y además, Europa se está nutriendo de los beneficios de África, de las materias primas. Yo creo que la masacre que nosotros estamos realizando con África es algo a tener en cuenta y sería un buen momento para que los medios lo destaparan y los gobiernos se concienciaran un poco.
Yo no le perdonaré nunca al Partido Popular que hayan destrozado la ayuda externa y no haya sido capaz de recortar en otras cosas que afectan a sus propios intereses, como consejeros y demás. Me parece que por parte de Europa tenemos que tocarnos la conciencia a nivel indivudual, social, colectivo y político y decir que tenemos un continente ahí y parece que no nos importa que se esté muriendo. incluso después con unas leyes de extranjería y inmigración que están hechas a nuestra medida, no a la de las personas que tienen emigrar. Por ahí hay una denuncia muy importante que hacer.