Texto: José María Gutiérrez de Cabiedes/Fotografía: Manuel Castells
Cuando terminó Bachillerato en Astorga no sabía qué estudiar. Algunos profesores le animaban a encaminarse hacia las humanidades, pero él se inclinaba por las ciencias. Contactó con varios centros para solicitar la preadmisión: Oviedo, Valladolid, Salamanca, Madrid… Sin una idea clara, sondeó las carreras de Medicina, Matemáticas y Arquitectura. Finalmente, unos buenos amigos de sus padres le hablaron de la Universidad de Navarra, donde estudiaban dos de sus hijos. Ahí comenzó todo, hace treinta y seis años.
¿Qué le convenció para quedarse en Pamplona?
Después de hacer los previos en la Universidad de Navarra decidí estudiar Medicina únicamente si me admitían aquí. La Facultad, el Campus y la entrevista en el Colegio Mayor Belagua me impactaron.
¿Qué recuerda de aquella época?
Estaba tan impaciente que, antes de que comenzaran las clases, asistí a dos cursos de introducción. Me propuse vivir intensamente la experiencia universitaria. Todos los días hacía descubrimientos: personas, actividades, conocimientos, propósitos vitales…Veíamos la Clínica como una prolongación de la Facultad, donde ejercían muchos de nuestros profesores, a los que considerábamos seres superiores. Era para nosotros un hospital único, del que todos queríamos formar parte.
¿Cómo ha cambiado su visión de la Facultad con el paso del tiempo?
Las circunstancias son otras, pero hay algo que permanece: la experiencia vital, que es incluso más intensa. Cuando escucho al rector hablar de la Universidad me reafirmo en que la Facultad de Medicina ha sido y es, sin duda, uno de los mejores lugares del mundo para estudiar y trabajar.
¿Cómo conjuga sus obligaciones en el decanato con la docencia, la actividad asistencial en la consulta de otorrino y la investigación?
Aprovechando al máximo cada minuto; tengo el privilegio de trabajar con personas excepcionales e intento poner en práctica la fórmula: “Talento x Compromiso”, planteada por Sánchez-Tabernero. Como producto, y a veces como potencia. Hemos recibido un enorme legado y nuestra obligación es devolverlo multiplicado por diez.
En 2014, al recibir lal Medalla de Plata de la Universidad, expresó su agradecimiento por participar en un “proyecto impresionante que puede transformar el mundo”. ¿Cree que esto es posible desde Navarra?
Creo que se puede hacer desde cualquier parte. Cada persona, cada alumno, puede ejercer una acción de grandes dimensiones si sabe lo que tiene entre manos. Por eso, la Facultad no ha olvidado que lo fundamental del proceso educativo es transformar jóvenes en adultos con el conocimiento y la sabiduría para ser plenamente responsables de sus propias vidas. Nos empeñamos en conseguir que todos y cada uno de los alumnos alcancen su máximo potencial, les ayudamos a que busquen un gran propósito vital y a dejar la Universidad siendo mejores personas. Citando a John F. Kennedy, les aconsejo que no se preocupen tanto de que los demás puedan hacer por ellos, sino de lo que puedan hacer ellos por mejorar la sociedad. Dar y ayudar a los demás siempre conduce al éxito.
¿Cuál es el papel del decano?
Debe estar dispuesto a todo por los alumnos y sus familias, por los profesores y los profesionales de la Facultad. Dedico mucho tiempo a escuchar. Como no tengo todas las soluciones, ni las mejores ideas, intento buscarlas a través de un seguimiento de los mejores centros y consultas a expertos. De esta manera es más sencillo definir e implementar un plan estratégico, de aquí a diez años, para dejar una Facultad más sólida y atractiva para alumnos, docentes e investigadores de cualquier país.
¿Cómo será la Facultad de Medicina en 2025?
Habremos dado otro gran salto en docencia práctica y en simulación avanzada. Confío en que hayamos consolidado nuevos equipos de investigación traslacional, con una incorporación progresiva de ingenieros, tanto en los departamentos básicos como en los clínicos.
La nueva oferta de posgrado irá dirigida a la capacitación en técnicas quirúrgicas avanzadas. En el campus de Madrid se impartirán cursos executive. Y, por supueto, la nueva Clínica en la capital contribuirá a la formación práctica de nuestros alumnos del grado de Medicina.
Para alcanzar estos objetivos contaremos con la sinergia connatural de la Clínica, el Centro de Investigación Médica Aplicada (CIMA), las facultades del área de Ciencias, la Escuela de Ingenieros TECNUN y el resto de centros de la Universidad.
¿Y en el ámbito internacional?
La proyección internacional de la Facultad ya es un hecho en el que tenemos que profundizar. Ahora ofrecemos el International Program, con docencia en inglés, experiencia internacional en hospitales extranjeros de primer nivel como Columbia o Boston, profesores visitantes, etcétera. Además el claustro también avanzará en este sentido. Tenemos el reto de buscar el relevo de docentes e investigadores muy cualificados. Aquí juega un papel esencial nuestra Unidad de Educación Médica, área en la que somos un referente. Y será decisivo que alcancemos antes de 2023 una exigente acreditación internacional a la que se podrá optar próximamente.
¿Está la Facultad cerca de sus alumnos?
Es indudable que se puede y se debe hacer más. Los graduados de la Facultad constituyen una parte esencial de nuestro proyecto. Trabajamos para que se sientan integrados plenamente y queremos darles más y apoyarnos más en ellos.
¿Cómo gestiona que haya familias e hijos de antiguos alumnos que ven denegada su admisión?
Es una experiencia que se repite todos los años y que no por eso deja de ser dolorosa. Tenemos muchos y muy buenos alumnos que quieren estudiar en nuestra Facultad (mil trescientos solicitantes el año pasado) y la mayoría nos tienen como primera opción. El sistema de selección no es perfecto, aunque procuramos mejorarlo. Dedicamos tiempo a explicar el proceso de admisión con detalle. Escuchamos personalmente, consideramos las alegaciones que puedan surgir y buscamos alternativas. Pero no tenemos la capacidad de dar satisfacción a todos, y lo sentimos mucho.
El día de las pruebas, mientras los alumnos hacen el examen, doy una sesión informativa a varios cientos de padres y madres. Durante esa charla siempre experimento un extraño cruce de sentimientos: la satisfacción con la que hablo de la Facultad a personas que han optado por nuestro proyecto y la certeza de que la mayoría de los que escuchan no verán satisfechas sus aspiraciones. Es difícil.
¿A qué obedece un número tan elevado de candidatos?
Sinceramente, creo que no faltan médicos. Existe un amplio consenso -entre las sociedades médicas, decanos de facultades de Medicina, Colegios de Médicos y Consejo Estatal de Estudiantes- en que ahora mismo hay un excedente de graduados en Medicina. En muchos casos, a pesar de la alta inversión que supone la formación, los alumnos no llegan a tener siquiera una plaza de especialista a la que optar. Sin embargo, luego están los criterios y la división de los gestores públicos en las diversas comunidades autónomas, que han hecho que pasemos de tener 28 a 41 facultades en solo una década.
¿Cómo debe ser un graduado de Medicina tras su paso por nuestras aulas?
Cuando un alumno decide estudiar Medicina en la Universidad de Navarra, no solo elige una interesante experiencia educativa que le preparará para desempeñar una noble profesión. Debe saber que ha dado el primer paso para asumir un nuevo estilo de vida que supone un gran estímulo, y a la vez un reto. En la Facultad acompañamos a nuestros alumnos para que sean conscientes de que deben ser médicos líderes para servir a otros seres humanos en los momentos más vulnerables de su vida, teniendo el respeto como actitud fundamental, como nos enseñaba el profesor Gonzalo Herranz.
¿En qué medida sigue vigente el proyecto del Dr. Ortiz de Landázuri para la Facultad y la Clínica?
Don Eduardo ponía énfasis en la estrecha relación que los profesores clínicos debían tener con el sentido académico de la Facultad de Medicina, en la preocupación por la proyección investigadora de los facultativos, en la formación científica más completa y actual para los estudiantes, en la transmisión explícita de valores profesionales y la insistencia en el trato respetuoso a los enfermos, el cariño a los familiares y la delicadeza con los colegas. Creo que sí: el proyecto está plenamente vigente y don Eduardo sigue siendo nuestro gran aliado.
*Entrevista publicada en Nuestro Tiempo, número 693.