Por la puerta grande. No podía ser de otra forma. Y con el cariño de toda la parroquia verde. Así se fue Javier Díez Fernández. Así se fue Jarpo. No sólo lloró él, aficionados, directivos, familiares y amigos derramaron lágrimas en el último servicio de Javi al Atlético Astorga. “Se me pasan muchas cosas por la cabeza, muchos recuerdos, muchos momentos, muchas personas… Pero me quedó con el cariño de la gente, con los amigos que he hecho. Estaré eternamente agradecido a este club. Es mi familia, mi casa”.
El mejor portero de la historia del club, el meta del ascenso, el guardameta de las tardes más gloriosas… ¡Aquel penalti detenido ante el Mensajero! Y con otra pena máxima parada cerro su vida como futbolista. “No sólo es buen futbolista, es una extraordinaria persona. Le echaremos todos muchísimo de menos. Nada más que se recupere de la operación, aquí tiene sitio en el cuerpo técnico”, aseguraba una emocionada Sagrario González.
Los compañeros “saben que me opero el jueves. Quiero quedar bien para poder coger a las niñas. Me tienen para lo que quieran, lo saben, y yo en el momento que pueda voy a venir para aquí a ayudar, voy a estar con ellos. ¡Es que los quiero mucho!”, comentaba entre lágrimas el protagonista de la tarde.
“Nunca quise que mi retirada fuese así, pero no sé cómo voy a estar mañana. Por lo menos hemos sacado un punto, que al final es lo importante. Este equipo cree, quiere, puede y se va a salvar”.
Sus últimas palabras con el traje rosa de potero del Astorga fueron para la afición, su afición: “Muchas gracias. No hay más, gracias. Me han apoyado de una manera increíble. Estaré eternamente agradecido, me han tratado de maravilla. Que sigan así, que crean y apoyen a este equipo porque se lo merece y los necesitamos”.