Se nos ha ido no solo un buen Obispo, sino un hombre bueno

El repentino fallecimiento en la tarde de ayer de nuestro Obispo don Juan Antonio Menéndez ha llenado de consternación y dolor a todas las buenas personas de Astorga. El joven Obispo de la sonrisa y de la bondad se nos ha ido, dejándonos con su vacío y el afecto que supo ganarse en todos aquellos que lo conocieron.

En la Ciudad de Astorga hay dos cargos de autoridad con muchos siglos de convivencia, uno el civil y gubernativo, que es el Alcalde, y el otro religioso dentro de la Fé católica (mayoritaria entre los españoles y más aún entre los astorganos) que es su Obispo. En tiempos pasados eran cargos que ejercían sus funciones a veces en dependencia y otras en franca rivalidad. Nada de eso es así hoy. Me precio de haber tenido como Alcalde de Astorga, al igual que los Concejales del equipo de gobierno, una franca, respetuosa y sincera colaboración y entendimiento con el Obispado encabezado por don Juan Antonio Menéndez, con él y con todos sus colaboradores desde el Seminario a la Catedral pasando por el Palacio Episcopal, amén de otras instituciones episcopales.

A veces, en el fragor y la soledad de los problemas que embargan a las personas que ejercen una autoridad, que algunos pocos se empeñan en desprestigiar y calumniar, el sr Alcalde desde su Casa Consistorial y el sr Obispo desde el Seminario se observan con la comprensión y solidaridad que dan los años de servicio a sus vecinos y a la Ciudad misma.

No quiero hacer aquí ningún panegírico que a mí no corresponde, solo deseo expresar el profundo dolor por la marcha de don Juan Antonio, dolor nacido del cariño que supo ganarse en todos en el breve tiempo que Dios le hizo estar entre nosotros. Su eterna y serena sonrisa de hombre bueno y sensato, su amor y entrega a su trabajo y responsabilidades, su cariño a la Ciudad de Astorga que le acogió y siempre me transmitía, su profunda pena por todas aquellas personas que sufrían alguna situación de pesar, necesidad o dolor, nos acompañarán mientras vivamos todos los que le conocimos, como ejemplo y testimonio de un hombre de Iglesia, de un Ciudadano que vive por y para los demás, en sociedad.

Descanse en paz

Arsenio García Fuertes

Alcalde

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