V.Oria/G.Nistal La resolución del cruento asesinado de la presidenta, Isabel Carrasco, transcurre a velocidad de vértigo. En el registro de anteayer en el lujoso loft que la joven Montserrat Triana Martínez había adquirido en León, al parecer, se han encontrado bolsas de marihuana para consumo personal. Pero lo más sorprendente es que ayer por la tarde, mientras la presidenta de los leoneses estaba siendo enterrada, una policía local, mujer, entregó en una caja la supuesta arma del crimen. En su primera declaración, siempre según filtraciones policiales, argumentó que era amiga de las sospechosas y que éstas le habían dejado la caja en su casa, pero que ella no sabía nada. La policía siempre ha sospechado de una tercera persona implicada, creyendo que era un hombre, pero finalmente pudiera ser que fuese esta mujer, “casi con toda probabilidad”, nos confirman fuentes de la investigación.
Un caso que no para de sorprender y escandalizar a toda la ciudadanía. En Astorga, el marido y padre de las presuntas asesinas, comisario en funciones e inspector jefe, está abatido y destrozado, según cuentan los vecinos que le conocen. Nadie se explica una cosa así: la planificación, el intento de hacer pasar el crimen como un atentado político electoral, el ensañamiento al rematar a Isabel abatida en el suelo, la amenaza de un tren de vida soñado que no era real o la militancia a un Partido al que solo se acercaron para hacer caja, como nos cuentan en el propio PP de Astorga… Ciudad conmovida y tomada por tres cadenas de televisión el día de ayer y parte de hoy.