Santiago Alonso Cordero, una vida de película

Nacido el 10 de marzo de 1793 en la localidad de Santiago Millas, el ‘Maragato Cordero’ fue uno de esos personajes que mejor encarnan la figura del arriero maragato. Hizo fortuna transportando productos entre la costa gallega y el centro de la península, en carromatos tirados por mulas, artículos como pescado y carbón del norte que eran intercambiados por embutidos, frutos cultivados en las secas tierras de la meseta y vino. Esta actividad se desarrollo hasta la aparición del ferrocarril que provocó un cambio en las costumbres comerciales. Su historia vuelva a estar de actualidad después de que ser recogida en la web Destino León, nacida para promocionar la provincia.

Guerrillero contra Napoleón

Otra faceta menos conocida de este personaje es la de guerrillero, y es que a principios del año 1800, y aprovechando el prestigio que tenía, reunió en torno suyo un grupo de paisanos no muy numeroso con el único fin de hostigar a las fuerzas napoleónicas. No dudaba en atacar a fuerzas superiores buscando siempre el momento más propicio, como hizo en Villar de Frades cuando sus hombres sorprendieron a una unidad de abastecimiento. Aunque el enemigo contaba con más de cien fusiles y fuerzas de caballería, le tendieron una sutil emboscada causando numerosas bajas y apoderándose de gran cantidad de armamento.

Conspiración y condena a muerte

Terminado el conflicto vuelve a ocuparse de sus negocios, pero sus fuertes ideales liberales le empujan a entrar en el mundo de la política. En septiembre de 1833 muere el monarca Fernando VII y debido a la oposición de Cordero al nombramiento como regente de María Cristina de Borbón dos Sicilias éste se une al partido progresista siendo elegido diputado a Cortes por la circunscripción de León. Pero entrar a formar parte de la política en la convulsa España del siglo XIX le acarreó al Maragato Cordero algunos problemas muy serios. Durante el gobierno del General Narváez se vio implicado en una conspiración organizada por las propias autoridades para descubrir a los integrantes de las juntas opositoras. Santiago Alonso Cordero se vio obligado a abandonar Madrid apresuradamente y pocos días después fue condenado a muerte, pero la amnistía de 1847 posibilitó su regreso y con ello su vuelta a la política siendo nombrado presidente de la Diputación de Madrid.

Anéctotas

Muchas anécdotas son las que hacen alusión a la forma de ser de este hombre o al supuesto origen del cuantioso capital que tenía. En referencia a la primera se cuenta que a mediados del siglo XIX la reina Isabel II, de viaje a La Coruña, hizo noche en su casa de Santiago Millas. Ante tan regia visita el Maragato Cordero dijo que cubriría con monedas de oro el patio de su palacio. Le advirtieron de la inconveniencia de este acto, pues si las ponía de cara la reina pisaría su rostro, y si las colocaba de cruz pisotearía el escudo de España. Ante esto nuestro protagonista dijo: Cierto es, colocaré las monedas de canto para que no ocurra tal cosa.

En cuanto a la forma de conseguir su fortuna durante mucho tiempo se dijo que había sido gracias a un premio de la lotería de Navidad, hipótesis descartada hoy en día, pues su nombre no figura entre los históricos agraciados de este sorteo; incluso se comentó que el Tesoro tuvo que pagarle el premio a plazos, pues la cantidad era inmensa. La realidad es que hizo su fortuna gracias a la especulación urbanística.

Su huella en Madrid

Santiago Alonso dejó su huella en pleno centro de Madrid con la construcción de la conocida Casa Cordero después de pagar diecisiete millones de pesetas por el solar más importante del Madrid de la época. Una vez más el supuesto premio de la lotería de Navidad volvía a ser el centro de las conversaciones, pues durante mucho tiempo se dijo que la compra de dicho solar había sido posible gracias al dinero del premio.

En la capital se convirtió en un personaje peculiar por su forma de vestir, y es que no dudaba en presentarse en las sesiones de las Cortes o de la Diputación vestido con el típico traje maragato. Quizá quien mejor describió a Cordero fue Benito Pérez Galdós, quien en su novela Los Ayacuchos perteneciente a los Episodios Nacionales escribe así de este personaje: … no abandona por nada del mundo la etiqueta popular de sus bragas de maragato. Es un hombre risueño y frescote, con cara de obispo, de maneras algo encogidas, en armonía con el traje castizo de su tierra, de hablar concreto, ceñido a los asuntos. Se enriqueció, como usted sabe, en el acarreo de suministros, y hoy es uno de los primeros capitalistas de Madrid. Ha comprado el solar de San Felipe, inmenso ejido polvoroso, para construir en él una casa que allá se irá con El Escorial en grandeza, y será la octava maravilla de la Corte. Da pena ver las tristes ruinas, el despedazado claustro, los escombros del mentidero y las covachas. Ha dicho hoy Cordero en la mesa que propondrá al Ayuntamiento el derribo total de la Puerta del Sol, para hacerla de nuevo con mayores anchuras, a fin de dar cabimiento al paso de tantísimo coche como ahora rueda por estas calles.

Víctima de la peste

El 23 de octubre de 1865 Santiago Alonso Cordero muere al contraer la peste que tan salvajemente azotó a la capital del reino. A pesar de que todo el que podía se iba de la ciudad y desoyendo las recomendaciones de sus amigos, decide quedarse en Madrid y es que su sentido de la lealtad y del servicio público le impedía marcharse sin cumplir con las obligaciones que tenía contraídas como presidente de la Diputación de Madrid.