Artilleros, canteros, feriantes, electricistas y fundidores comparten con los mineros el patronazgo de Santa Bárbara, virgen y mártir del siglo III cuya festividad se celebró el pasado 4 de diciembre. Éstos últimos son los que, a la luz de la realidad del sector, menos parecen tener que celebrar. La trayectoria en picado y sin freno que sigue desde hace años el sector lo presenta abocado a un cierre, decretado por Europa, que no concuerda con el mantenimiento de quema de carbón en las centrales térmicas.
Del nuevo Gobierno los sindicatos no esperan, aunque reclaman, acciones directas para la defensa de la ya minúscula actividad, con la práctica totalidad de las compañías inmersas en procesos de expedientes reguladores, concursos de acreedores o liquidación. El argumento de que el carbón es una energía estratégica no mueve de momento, ni lo hará, las decisiones tomadas hace tiempo, y el 2018, año en el que las empresas mineras deberían devolver las ayudas recibidas desde 2010 pone una fecha tope en el calendario de vida de las minas de interior, más costosas de mantener que los cielos abiertos, cuya pervivencia es más probable si son rentables.
Así las cosas, un vistazo a la historia reciente de España dibuja un mapa con 45.000 trabajadores en la industria del carbón en 1990, que hace menos de una década ya eran 8.000. Ahora, el Régimen Especial de la Minería cuenta con 2.792 trabajadores inscritos -datos de la Seguridad Social de octubre- frente a los 3.547 que había a principios de este año.
En Castilla y León, la cifra al comenzar 2016 era de 828 (799 de la provincia leonesa y 29 de la palentina). La sangría continúa y Palencia mantiene únicamente 16 mineros y León, 378, es decir, menos de la mitad que al estrenar el año; datos que también dan idea de las consecuencias del cese de actividad en las zonas productoras. En la vecina Asturias, la presencia del grupo público Hunosa sostiene unas cifras sensiblemente más elevadas, con 2.117 trabajadores adscritos al Régimen Especial, frente a los 2.347 de enero.
También la Universidad refleja la decadencia de las profesiones vinculadas, con sólo siete nuevos ingenieros de Minas y 16 graduados en Ingeniería Minera -frente a 42 en ingeniería de la Energía – del Colegios de Ingenieros de Minas (Delegación de León) e Ingenieros Técnicos de Minas de Castilla y León (Norte) y Cantabria en el último curso. No obstante, tanto los veteranos como los titulados recientes, celebran estos días con diversas actividades la fiesta de su patrona.
Así se hace también en los municipios mineros, algunos de los cuales siguen manteniendo como fiesta local el día de Santa Bárbara. Misas, procesiones diurnas y nocturnas con la patrona a hombros, comidas o cenas de hermandad integran los diversos programas de festejos en torno a la santa y los que se suma también en Museo de la Siderurgia y la Minería de Castilla y León con sede en Sabero.
Marco Antonio Martínez Valledor es el actual secretario autonómico de USO. Minero prejubilado tras veinte años de actividad, fue presidente del comité de empresa de la Hullera Vasco Leonesa, empresa centenaria ahora en liquidación, a punto de iniciarse el desmantelamiento de sus explotaciones de interior.
Lamenta que las ayudas pactadas en el vigente Plan del Carbón para desnitrificar, es decir, para reducir las emisiones contaminantes, “ni están ni se las espera”. Considera que, dado que “se va a seguir quemando carbón, lo lógico es que fuera el nuestro, en igualdad de condiciones y que hoy se ofrece al precio del internacional”.
Las compañías eléctricas, recuerda, deberían apostar por el mineral nacional y de su voluntad depende en buena parte que el sector tenga o no alguna posibilidad de futuro. También resulta vital que las empresas existentes a 31 de diciembre del año 2018, no tuvieran que devolver las ayudas recibidas hasta entonces; unos pagos claramente inasumibles. Si la minería fuese un enfermo, concluye, diría que “está en la UCI y tendría, entre comillas, posibilidades de recuperar algo”.