Sanidad en precario

La sanidad pública ha iniciado un camino peligroso de no retorno en Castilla y León. Y, con ella, el estado de bienestar tal y como lo hemos conocido hasta ahora. En provincias con una población tan rural y dispersa como León, el problema se agrava. Hay pueblos en los que no se puede garantizar una mínima atención sanitaria pública y gratuita. El problema es grave y de muy difícil solución. Ya hay médicos que no están dispuestos al sacrificio de hacer muchos kilómetros y de atender a personas en consultorios con unas infraestructuras básicas. Es un círculo vicioso. Una de las causas de la despoblación del mundo rural es precisamente la precariedad de los servicios públicos, sobre todo, la sanidad y la educación.

Pero también es cierto que la sanidad pública ha entrado en crisis en las ciudades. Mi médico de familia en el centro de salud José Aguado hay días que atiende a más de sesenta pacientes. Termina agotado y, lo peor, desmoralizado. Sólo su profesionalidad y compromiso le obligan a seguir. En este sentido, lo ha dicho alto y bien claro el presidente de los médicos de la Comunidad, José Luis Díaz Villarig, nada sospechoso de antigubernamental. La sanidad pública va hacia el colapso ante la más que previsible falta de médicos geriatras, cirujanos, de digestivo o de familia. Cada vez hay menos médicos dispuestos a trabajar en Castilla y León. En otras comunidades vecinas pagan más y mejor. Las listas de espera se disparan y en  momentos puntuales, como los actuales episodios de gripe, las urgencias de todos los centros sanitarios se colapsan. Pero es que todos los años sucede lo mismo. Que la gripe llega con su puntualidad anual no es ningún secreto, lo que sucede es que no hay previsión eficaz ni programación, mejor dicho no hay medios técnicos ni humanos para solucionar con eficacia y profesionalidad estos episodios puntuales de urgencia. Los recortes han sido tan brutales en los últimos años en la sanidad pública que ahora se dan cuenta en la Junta del desastre que han provocado. Ni hay dinero, ni hay profesionales ni hay pensadores que propongan soluciones. Vamos al desastre.

El pasado sábado unas quince mil personas de toda Castilla y León se manifestaron en Valladolid para denunciar el creciente deterioro de la sanidad pública. En la provincia leonesa ya ha habido numerosas manifestaciones en el mismo sentido y cuando un pueblo, como Boñar, logra un pediatra más, se hace una fiesta popular. Pero no hay que engañarse, son parches. El mal es estructural. El sistema ideado por el gobierno de la Junta no funciona, es obsoleto, previsible, sin recursos, sin propuestas y, sobre todo, sin impulso político para proponer soluciones. Hasta la pretendida solución de privatizar servicios sanitarios no ha sido una solución. Más de treinta años de gobiernos monocolores interrumpidos ocasionan la pérdida de contacto con la realidad. A ver qué pasa dentro de unos meses, a ver si este estado de cabreo se plasma de alguna manera en las urnas. A ver.

Un último dato. Dejo para otro día el análisis de los efectos de León Capital de la Gastronomía Española. Hoy se presenta oficialmente el balance. Los organizadores, que no son otra cosa que una empresa privada en busca de beneficio, se van a agarrar como un clavo ardiendo al efecto retorno de la proyección de la imagen de León en medios de comunicación nacionales e internacionales, cuya cuantificación estará muy por encima de la inversión. Bien, pero no es suficiente.

 

 

 

 

Print Friendly, PDF & Email