Sánchez, Clinton y Trump

 

Todos pendientes de las elecciones a la Presidencia de los Estados Unidos. Clinton o Trump. Vaya elección. No es para tenerles envidia a los americanos. Pero lo peor es que el resultado afecta a todo el planeta. Es lo malo de los imperios. Al final, la toma de decisiones en el país más poderoso del mundo es una combinación de política interna, intereses de grandes corporaciones, el precio de las materias primas, equilibrios mundiales y muy poco de interés humano. Capitalismo puro y duro. Ahí no hay debate sobre el futuro de la socialdemocracia.

Hace ocho años, la llegada de Obama se vio como la gran esperanza negra, que iba a cambiar el mundo hacia un objetivo más humano, social, asistencial y pacifista. Hasta le dieron el Nobel de la Paz. ¿Y cuál ha sido el resultado?, pues más de lo mismo. El mundo sigue ardiendo en mil guerras, la tensión internacional no ha bajado ni un ápice y los efectos de la crisis económica ponen en evidencia que los poderosos siguen mandando y los ciudadanos de a pie, obedeciendo. Los desequilibrios son más profundos que nunca. El mundo es de los Estados Unidos y un poquito de los rusos y chinos. Europa, por desgracia, cuenta poco en el escenario internacional y dentro de los intereses europeos, España, es apenas un grano de arena diluido en el último año por un Gobierno en funcione. Así que sí, lo que hoy suceda en los Estados Unidos afectará a todo el planeta.  Nos guste o no.

Cuentan que el destacado militante del PSOE español Pedro Sánchez viajó hace ya unos días a Estados Unidos para apoyar la candidatura de Clinton. Es posible que en el entorno más cercano a Clinton nadie sepa quién es y qué hace ahí ese Sánchez y algunos hasta tendrán que buscar en el nomenclátor qué es el PSOE y hasta dónde está España. Pero para allá se fue Sánchez, quizás más para aprender que para enseñar o ayudar. Aprender los entresijos de una campaña electoral a lo grande y tan distinta al modelo español. Allí todo es privado y financiado por aportaciones económicas de grandes empresas y personas multimillonarias. Nadie da el apoyo gratis. Todos esperan cobrarse favores si su candidato gana.

En España todo está más regulado y la financiación es prácticamente pública. El papel lo aguanta todo, pero luego viene la tradicional picaresca, sustancia que corre por las venas de los españoles desde siempre. Existen las donaciones privadas, pero desde hace años su eficacia está puesta en duda tras los enormes casos de corrupción. Aquí también los donantes querían cobrarse los favores, pero a lo español, como José María el Tempranillo, asaltando las arcas públicas y expoliando el interés público en beneficio el privado. No hay nada más que echar un vistazo a la agenda de los tribunales españoles. Decenas de cargos públicos u orgánicos de los grandes partidos se sientan en los banquillos acusados de corrupción. Y las sentencias, afortunadamente, van cayendo, a cuenta gotas, pero van llegando.

Sánchez estará tan inmerso en la  campaña electoral norteamericana que no habrá tenido tiempo de reflexionar sobre la última encuesta del CIS, en la que el PSOE se hunde con las peores previsiones electorales de los últimos cuarenta años. Es el fruto de su gestión al frente del PSOE, que culminó con un  Comité Federal de esperpento. Hoy el PSOE está en fase de reconstrucción. Va a ser un largo camino porque no existe un modelo claro ni una referencia a la que agarrase. La socialdemocracia europea tiene que inventarse. Quizá Sánchez haya ido a los Estados Unidos a buscar ese modelo y a traerse alguna referencia ideológica o práctica. Ojalá gane Clinton porque si lo hace Trump, Sánchez habrá hecho un viaje en balde. No tendrá modelo en el que reflejarse.

 

 

 

 

 

 

 

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