El desbordamiento del río Ebro y su secuela de daños,pone sobre el tapete lo importante que es la prevención de estos (y otros) desastres naturales.Se da la circunstancia de que por razones profesionales, (la geología también tiene algo que ver en esto),en algunas ocasiones me ha tocado realizar lo que se llama un cálculo de avenidas,es decir la determinación de la cuantía máxima del caudal que en un tiempo futuro de duración concreta, (perído de retorno); puede circular por un punto concreto del cauce de un arroyo. Hecho este cálculo otro similar (y mas sencillo)permite determinar,si ese caudal provocará o no el desbodarmiento del cauce e incluso dibujar sobre un plano hasta que distancia del cauce normal del río o arroyo se van a extender las aguas y otros detalles concretos de interés.
Hay muchos arroyos que parecen inofensivos y es mas en alguna ocasión he oído algunos comentarios despectivos sobre los ingenieros y otros técnicos que diseñan cauces (alcantarillas por ejemplo), “demasiado grandes para arroyos insignifcantes”.
Quienes así opinan saben muy poco o nada del proceso de cálculo que hay que hacer previamente para determinar por ejemplo la magnitud de un puente o cualquier otra obra de drenaje.La vida humana es realmente un suspiro si la comparamos con la duración de otros eventos y por ello eso de considerar que todo aquello que uno no ha visto,ni ha oido comentar a padres o abuelos que ocurra, es tan extraordinario, que no hay que considerarlo, es un grave error. Los análisis estadísticos de la meteorología,lo que realmente hacen es permitirnos ver en el tiempo más allá de la efímera duración de nuestra vida.
En la actualidad en cualquier país desarrollado cuando se diseña un puente la pregunta previa que hay que responder es del tenor siguiente:¿Que probabilidad hay de que un período concreto de tiempo,(período de retorno);se produzca una crecida capaz de desbordar el puente?.Esto se aplica asimismo para dictar las normas respecto a la distancia de las viviendas y otras infraestructuras al cauce de los ríos. Hay quien contesta alegremente que “lo que ha de venir, nadie lo sabe”. Es cierto que el futuro siempre tiene muchas dosis de incertidumbre;pero tambien lo es que matemáticamente, se puede determinar la probabilidad de que algo ocurra ,si se hacen los estudios y cálculos oportunos.Añado que estudios de este tipo ya son muy antiguos. De hecho en el siglo XIX,en países como Estados Unidos o Gran Bretaña,ya se empezaron ha realizar. Añado también que este tipo de análisis se aplican a diversas facetas de la vida cotidiana y si no que se lo pregunten a las casas aseguradoras.
Evidentemente el futuro sólo se puede conocer en términos de PROBABILIDAD, pero la probabilidad se expresa con números,lo mismo que el período de retorno y lo mismo que la magnitud del caudal. Conocidos de modo numérico estos tres datos es cuando quienes legislan han de decidir. Por lo que yo conozco y en el caso de arroyos que circulan dentro de los núcleos urbanos ,la probabilidad con la que trabaja es del 99,8%, y el perido de retorno de 100 años. El perido de retorno es un tiempo cuya duración es tal que la probabilidad de que al menos una vez se produzca un caudal ó una avenida de una magnitud concreta es de prácticamente el 100%. En realidad y por aquello que decíamos del futuro en los cálculos se habla de 99,8% ó del 99,9%. Como es obvio si consideramos un tiempo menor para un mismo caudal (Q),entonces la probabilidad disminuye. De hecho cuando hablamos de períodos de retorno cada vez mas pequeños los cálculos se refieren a una probabilidad cada vez menor. Por la misma razón al hacer cálculos referidos a períodos de retorno cada vez mas pequeños, los caudales máximos que resultan son cada vez menores.
Ciertamente hasta llegar a la conclusión de que hay un 99% de posibilidades,por ejemplo de que en un período de tiempo dado, por debajo de un puente o alcantarilla concretos; vaya a pasar al menos una vez un caudal determinado (140 m3/segundo por ejemplo);hay que hacer numerosos cálculos. Estos cálculos se basan en conocimientos ,en experiencias e investigaciones, llevadas a cabo desde el siglo XIX e incluso antes.Entre los conocimientos figuran evidentemente los registros de lluvia caída en la zona de estudio desde hace muchs años. En realidad se trata de resolver un problema de matemáticas, si bien hay que puntualizar que los datos de partida no siempre tienen una fiabilidad total. A medida que pasan los años se va logrando poco a poco aumentar la fiabilidad de esos datos;pero claro hablando del futuro la certeza absoluta y total no existe. Puede ocurrir que al cabo de un mes o una semana ocurra un evento que jamás ha sido observado ,ni en un perído de 200 años, ni en el largo período de la historia de la Humanidad;ni en toda la historia de la vida sobre este Planeta,(cientos de millones de años); …….pero la probabilidad de que eso ocurra es tan baja que en la práctica es nula,…pero no absolutamente cero.
En todo caso lo que si ha de quedar claro es que a la hora de prevenir el comportamiento de un río o arroyo en lo referente a sus desbordamientos,lo que se hace es un cálculo de probabilidades, es decir se trata de resolver un problema matemático.
Cuando acontecen desatres como estos días en Zaragoza,empiezan los reproches de siempre;pero cuando pasan años y años y nada “raro” ocurre,el personal que en general “pasa olímpicamente” de cálculos y otros conceptos que si manejan los técnicos, a veces se muestra remiso a cumplir las órdenes que limitan por ejemplo la distancia de seguridad que hay que dejar al cauce de un río o arroyo alegando “razones” tales como que “esto no ocurrirá nunca” ó “esto jamás se ha visto”,considerando que eso de las distancias de seguridad es poco menos que un capricho del ingeniero de turno. Es un error que puede tener serias consecuencias negativas.
—————–
Madrid, 7 de marzo de 2015
Rogelio Meléndez Tercero