Reflexiones en torno al agua, el cambio climático y el medioambiente

La preocupación por la conservación medioambiental aumenta; pero quizá esto no sea suficiente

 

El pasado día 8 de este mes tuve la suerte de asistir, en Ponferrada a uno de los encuentros organizados por la TV de Castilla y León, en el cual el célebre naturalista y escritor D. Joaquín Araujo habló sobre la importancia del agua en la salud medioambiental de nuestro planeta. Se expusieron ideas muy interesantes y todo el evento en si fue muy agradable y sobre todo instructivo. Entre los muchos detalles que me llamaron la atención, uno fue el hecho de que aunque en las mesas donde la audiencia escuchaba al ponente había alimentos suficientes para un suculento desayuno; el personal apenas comía y en vez de esto seguía con atención las palabras de Joaquín Araujo. Todo un ejemplo de lo que debe ser el afán de aprender. A menudo y como es bien sabido, los muchos actos culturales y eventos similares que se organizan sólo captan abundante asistencia si hay algo que comer o beber. A pesar de la crisis yo creo que por suerte ya no estamos en los años de la Posguerra y por ello en todo evento cultural lo importante no ha de ser un aperitivo o un vino español, si no lo que se pueda aprender. Pero en fin vamos al grano.

Sobre el anunciado cambio climático en nuestro planeta, sus causas y sus consecuencias se puede hablar y escribir mucho. Yo por ello sólo expondré y muy escuetamente algunas ideas que considero de interés.

En mi opinión hemos llegado a una situación peligrosa en el deterioro de nuestro entorno, debido a la ancestral falta de conocimientos. Nuestros antepasados no tenían conciencia clara de que el planeta es limitado. Aun hoy día son muchas las personas, que apenas se paran a observar con detalle uno de esos globos terráqueos que ya en los años 60 del pasado siglo (y antes) existían en las escuelas de nuestros pueblos. Nuestra cultura durante muchos siglos se ha guiado por las palabras bíblicas. “Sed prolíficos y multiplicaos, poblad  la tierra y sometedla; dominad sobre los peces,…..”. Este mandato divino lo hemos cumplido al pie de la letra y estamos viendo, que no parece muy acertado. Durante siglos los primitivos humanos consideraron una bendición tener mucha descendencia y seguramente así era entonces pero hoy ya no.

Araujo BD

Somos además poco responsables. No tenemos una conciencia clara de pertenecer a un mundo globalizado y sólo nos preocupa nuestro espacio y tiempo inmediatos. Hay personas que cuando se les dice que de aquí a 30 ó 40 años puede llegar tal o cual peligro, se encogen de hombros diciendo que para entonces,……para entonces nuestros descendientes que sufrirán las consecuencias de nuestra irresponsabilidad. El desarrollo tecnológico no se ha realizado tratando de evitar el deterioro de nuestro entorno y por ello hay quien ve en la tecnología un enemigo.

Yo sin embargo pondría ciertos reparos a esta idea. La tecnología es en si misma neutral y el que sea buena o mala depende del uso que hagamos de ella. La misma tecnología que nos ha llevado a una situación preocupante, nos puede sacar del atolladero si la usamos no para contaminar si no justo para lo contrario.

Por otra parte hay quien se aferra a la idea de que “como lo natural no hay nada”; pero yo entiendo que esto hay que matizarlo. La Naturaleza también puede ser dañina (terremotos, inundaciones y desastres naturales en general); si bien muy a menudo son las modificaciones artificiales las que nos perjudican. La idea de que mejor que lo natural no hay nada, llevada al extremo nos conduce a un absurdo. Siguiendo esta línea no habría que cultivar los campos por ejemplo pues la agricultura es una intervención artificial en el medio natural. Habría pues que dejar de podar las viñas, dejar de regar, dejar de arar,……y vivir como los simios. Yo entiendo que es muy discutible eso de que a la Naturaleza no la podemos igualar. La podemos igualar e incluso superar. ¿No puede un jardín bien cuidado competir en belleza y en otras ventajas con un campo en el que los arbustos crezcan sin ningún tipo de intervención humana?. Se habla mucho de la agricultura ecológica; pero la única agricultura totalmente ecológica sería aquella que no existiese.

Ya hace tiempo (agosto de 2.012),que en este mismo medio publiqué en un artículo en el que expliqué porque razones considero que no es cierto que lo natural sea siempre lo mas conveniente para los humanos (y también los no humanos). La idea de que lo natural es lo mejor quizá también tiene orígenes en viejas creencias, en aquellas que afirmaban que todo lo natural (obra de Dios) es bueno, pero lo artificial (obra de los humanos pecadores) no necesariamente.

Entiendo pues que es evidente que los humanos debemos intervenir en la Naturaleza (no nos queda por otra parte mas remedio);pero eso si debemos hacerlo como seres racionales que somos con cabeza. El problema una vez mas es que entendemos por actuar “con cabeza”. Dilucidar esto es como tratar de buscar cual es el gobierno bueno.

Una posible solución es escuchar a personas que como el Sr. Joaquín Araujo se ha pasado muchos años de sus vida reflexionando sobre este asunto. Hay que estudiar, medir, analizar, experimentar, observar y sólo después podremos llegar, (si hay suerte) a buen puerto.

Por lo que yo conozco no fue hasta bien entrado el siglo XX cuando la conciencia ecológica empezó a surgir. Fue entonces cuando empezó a ser evidente para sectores cada vez mas amplios de la población a nivel mundial, que estamos convirtiendo a nuestro planeta en un lugar muy poco confortable. No obstante la información tarda en llegar, hay intereses creados que ven una amenaza (a corto plazo) en el movimiento ecologista, y hay otras circunstancias varias que dan lugar a que el cambio de actitud en la sociedad tarde mucho en producirse. Todo hace suponer que la conciencia ecológica del conjunto de la Humanidad, irá en aumento, pero por ello la gran pregunta es si aún estamos a tiempo para rectificar errores o es ya demasiado tarde como algunos auguran.

 

Bembibre, 10 de junio de 2.016

Rogelio Meléndez Tercero

 

 

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