¿Quién fue Santo Toribio?

Con motivo de la celebración este fin de semana de Santo Toribio, te contamos un poco de su historia
Imagen de Santo Toribio

En los próximos días, se conmemora Santo Toribio, patrón de Astorga, y aunque ya no es festivo local, sigue siendo uno de los días marcados en el calendario para los astorganos. Os contamos un poco de su historia para conmemorar esta fecha.

No existe documentación clara en cuanto al año de nacimiento, aunque si se sabe que Santo Toribio nació en la provincia de la Gallaecia romana, probablemente en Astorga, en los últimos años del siglo IV o primeros del V. La tradición afirma que procedía de familia noble, lo que posibilitaría que Toribio recibiera una educación correspondiente a su acomodada posición. Siendo aún joven murieron sus padres, heredando un importante patrimonio que pronto vendió y repartió a los pobres.

Una tradición asegura que emprendió en su juventud una peregrinación larga a Tierra Santa. Este viaje, lo que allí hizo y de lo que allí trajo, marca de forma muy profunda toda su biografía y contribuirá notablemente a su fama de santidad y posterior devoción entre los fieles.

Se dice que llegó a Jerusalén por el año 440 y se presentó al obispo de aquella iglesia llamado Juvenal, quien conoció la gran virtud y sabiduría del peregrino Toribio. Considerando las cualidades y piedad que observó en él, y tras haberle ordenado sacerdote, el patriarca de Jerusalén le hizo Custodio de los Santos Lugares confiando a su cuidado las preciosas y santas reliquias que allí se veneraban, relacionadas la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo.

Permaneció en Palestina alrededor de cinco años, hasta que en el año 445 decidió volver a casa. En su regreso trae algunas de las reliquias de las que fue Custodio en la iglesia madre de Jerusalén, entre ellas un gran trozo de la auténtica cruz en la que fue clavado Jesucristo (conservada en el monasterio de Santo Toribio de Liébana en Cantabria).

Toribio fue preconizado al episcopado de la sede asturicense por el pueblo y el clero con la clara oposición de un diácono llamado Rogatus, seguramente por razones relacionadas con su postura antipriscilianista, quien le acusó de “graves crímenes”, pero Toribio demostró a todos la falsedad de esa calumnia realizando un milagro a la vista de todos. Dicho milagro es uno de los hechos más conocidos popularmente de este santo y ha servido como referencia iconográfica en sus representaciones artísticas.

El suceso milagroso dice que habiendo ido Toribio a su Catedral un día de gran asistencia de fieles les manifestó la necesidad de recuperar su honor ante la calumnia que se había levantado contra él, y elevando al Señor su oración suplicó que le ayudase a demostrar su inocencia. Tomando de un brasero las ascuas encendidas en sus manos, las envolvió en las vestiduras litúrgicas que llevaba, y entonando el salmo de David, que comienza: “Levántese Dios y sean disipados sus enemigos”, caminó alrededor del templo llevando las ascuas en el roquete. Todo el pueblo vio con sus propios ojos como ni el roquete ni las manos del santo padecieron ninguna lesión de fuego, ni siquiera les quedó la más leve señal. Todos quedaron asombrados ante el milagro que habían contemplado. Entonces el calumniador “como otro Judas” confesó a voces su pecado, y cayó muerto en la iglesia.

En su pontificado asturicense Toribio brilló por su erudición, su caridad y, sobre todo, por su defensa valiente y enérgica de la pureza de la fe católica frente a la herejía priscilianista presente desde hacía varios años en las comunidades cristianas de esta región. El priscilianismo, en síntesis, es un movimiento que propugna una doctrina maniquea y rigorista, de fuerte ascetismo, talante libertario e inspirada en la tradición gnóstica, que aboga, entre otras cosas, por la interpretación libre de la Biblia.

En la correspondencia que tiene con el Papa San León Magno, éste agradece a Toribio su celo y su buen hacer en tal delicado asunto, le da instrucciones para destruir los escritos heréticos y le encomienda la misión de convocar un concilio hispano con los obispos de las provincias tarraconense, cartaginesa, lusitana y galaica para erradicar el problema o, en caso de no poder celebrarse con todos éstos, al menos con los obispos de la Gallaecia. Para ello el Papa le nombra legado suyo para presidirlo (junto a los obispos Hidacio de Chaves y Ceponio). No se sabe con certeza si tal sínodo se celebró y si fue Toribio quien lo presidió, aunque es probable que la convocatoria del mismo se hiciera en Braga en torno al año 447 con el objetivo de excomulgar a todos los obispos que no condenasen la herejía priscilianista.

Respecto a los años finales de la vida de santo Toribio apenas hay noticias. En el año 457 Astorga sufre, como otras ciudades del noroeste hispano bajo el dominio de los suevos, la invasión del rey visigodo Teodorico, cuyas tropas pasan profanando y robando comunidades e iglesias y obligando a obispos, clero y otros muchos cristianos a exiliarse a lugares más seguros para preservar su fe y su propia vida. Pero de lo que le acontece particularmente a Toribio no podemos asegurar nada con certeza. Es posible que nunca saliera de Astorga donde murió y fue enterrado.

Una primera tradición asegura que Toribio, como consecuencia de padecer una ignominiosa envidia, se retiró a Tuy donde ejercerá allí como obispo. Es entonces cuando se produce la invasión de Teodorico, hecho que obligó al santo a huir y tratar de refugiarse en su antigua diócesis asturicense, pero no fue bien recibido, y de ahí viene la tradición “sacudirse el polvo de sus sandalias” al ser obligado a abandonar precipitadamente Astorga. Este episodio se recuerda en el denominado Crucero de Santo Toribio que hay a escasos kilómetros de Astorga, concretamente en el alto de Santo Justo de la Vega. De aquí se dirigió de nuevo a la zona asturiana que conocía, concretamente a Morcín, Riosa, Monsacro y La Granda. Allí permanecería con su comunidad hasta que ya sin riesgos de persecución, pero con muchas penalidades, consigue regresar a su antigua diócesis, donde murió en el año 476.

No hay certeza de dónde fueron depositados su cuerpo y reliquias, existiendo también varias opiniones al respecto. Sí es constatable que a partir de la muerte del santo se da una estrecha relación entre santo Toribio de Astorga y el monasterio de Santo Toribio de Liébana en Cantabria, a los pies de los picos de Europa. Es claro que la razón del culto a santo Toribio en Liébana se debe a la llegada de sus restos en algún momento del siglo IX, junto con la mayor reliquia de la cruz de Cristo que se dice había traído de Tierra Santa, siendo la posible causa de la traslación de todo ello la huida con el fin de salvaguardarlos de las invasiones árabes.

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