Que viene la derecha

A Elena Valenciano, número dos del PSOE y candidata socialista a las elecciones europeas, no se le va de la boca el referirse al PP como la derecha, en realidad, como veremos al final de la campaña, la derechona. No se trata de un término descriptivo de dicho partido sino declarativo, despectivo; un insulto empleado como mantra pero sin saber realmente que se esconde tras él. Cree, siguiendo el método del nacionalsocialista Joseph Goebbels, que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad o, al menos, los suyos la tomarán como tal. Pero lo cierto es que la crisis o, al menos, la profundidad de la misma, fue consecuencia de la nefasta política de Rodríguez Zapatero, que acabó su legislatura con un paro cercano a los cinco millones de trabajadores, un sistema bancario en bancarrota y un déficit alarmante. Esto no puede ocultarse con insultos, está muy presente en el electorado.

 

¿Qué hace al PP ser un partido de derechas? Para los socialistas fundamentalmente la política económica y social que viene haciendo desde que Mariano Rajoy ganó por mayoría absoluta las elecciones generales. El gobierno, incumpliendo su programa electoral, subió los impuestos para enjugar un déficit de las cuentas del Estado inaceptable, porque la penalización, a través de la prima de riesgo, de los créditos al Estado por los inversores había alcanzado los 650 puntos. Cuando esas subidas de impuestos sobrepasaron cierto límite, por el peligro de cierres masivos de empresas y aumento del paro, como así ha ocurrido, el gobierno no tuvo más remedio que reducir los gastos, lo que afectó negativamente a numerosos servicios sociales. Las protestas sindicales, los parados, desahuciados de sus viviendas, indignados de todo tipo han manifestado el rechazo a tales políticas de forma de forma ruidosa y reiterada.

 

El PSOE, culpable de la crisis, el paro y los problemas sociales derivados, encabeza las protestas sociales y acusa al PP, a la derecha, de sus políticas para salir de la crisis. Son, repiten hasta la saciedad, políticas de derechas. Este cínico discurso del PSOE choca frontalmente con la realidad. ¿Qué está haciendo estos días el partido socialista francés? Después de una primera etapa en la que para enjugar el déficit de las cuentas del Estado, como en España, subieron los impuestos ¿que hace ahora Manuel Valls? Hollande, con la subida de impuesto, provocó la insumisión fiscal de muchos ciudadanos, que se han organizado y han protestado ruidosamente en las calles; otros, como Gerad Dupardieu, sencillamente han abandonado el país y se han nacionalizado como belgas e incluso rusos. Es en ese clima en el que los grupos más extremistas, como el Frente Nacional, crecen hasta amenazar con ganar las elecciones europeas.

 

Manuel Valls, el nuevo primer ministro francés socialista, ha puesto sobre la mesa un programa de gobierno en el que pretende reducir en 50.000 millones de euros los gastos del Estado, porque la vaca ya no da más leche. Esa reducción, necesaria para enjugar el déficit asfixiante del Estado, supondrá numerosos y profundos recortes sociales: se debe repartir menos leche y a menos gente, habrá menos sanidad, educación, ayudas familiares. También esa política provoca protestas sociales, pero esas protestas no impedirán que se lleve a cabo. Esa política socialista ¿es de derechas o de izquierdas? ¿Los candidatos socialistas franceses a las elecciones europeas son los representantes de la derecha a la que los socialistas españoles, de acuerdo con los mantras de Elena Valenciano, hay que combatir?

 

El PSOE, Rubalcaba y Elena Valenciano como sus portavoces, se han equivocado en la campaña de descalificación del PP por la política económica. En realidad, como anuncian analistas nacionales e internacionales, España, con esa política, está saliendo de la crisis. Sin duda, despacio y poca creación de empleo. Sin embargo son muchos, incluido uno de cada tres votantes socialistas, según una reciente encuesta, los que ven una luz al final del túnel: el aumento del consumo lo testifica. Nos disgustan los recortes de los servicios sociales -a mi, por ejemplo, me parece muy mal que el PP, con mayoría absoluta, no haya reformado la estructura del Estado, eliminado diputaciones y ayuntamientos-, pero el gobierno no tenía muchas opciones, porque sabemos que la soberanía nacional es hoy más limitada que hace unos años, y que organismos internacionales a los que pertenecemos nos imponen sacrificios que no podemos eludir sin grave riesgo. Aquí, con el PP, en Francia, con el PSF.

 

En economía, las políticas de derechas o de izquierdas son, por desgracia, parecidas porque si no queremos caer un situaciones como Venezuela o Cuba, hemos de atenernos a lo que nos imponen los organismos internacionales. El PSOE se ha equivocado negando la realidad, quizá porque pensaba que no saldríamos de la crisis en una legislatura, pero aquella es tozuda. Tal vez por eso, por el nerviosismo, se han lanzado en tromba a acusar al PP de corrupción. El rifirrafe en el congreso de las dos Sorayas es un ejemplo de esa política, pero es una táctica igualmente equivocada. No se trata sólo de que en el caso del PP la presunta corrupción del caso Gürtel todavía está en fase de instrucción y no sabemos en que quedara, cuando el PSOE sí sabemos que fue condenado por corrupción en los casos Filesa, Malesa y Time Export. Se trata de que la corrupción los salpica a ambos. Hablar de corrupción del PP con lo que estamos viendo en Andalucía es de un cinismo que se vuelve contra el PSOE.

 

Quizá por eso recurren, como tabla de salvación, a Rodríguez Zapatero, al que han sacado a pasear por los mítines de Elena Valenciano. Significa que dan por perdidos los votos de un importante sector de la ciudadanía, de aquél que no comulga con ruedas de molino y considera a ambos partidos beneficiarios de una corrupción escandalosa. Ensuciar al PP y a algunos de sus dirigentes no tiene otro objetivo que hacerle perder votos en favor de partidos minoritarios (UPyD, Ciudadanos, Vox), aunque el PSOE pierda aún más en ese empeño (en favor de IU). Pasear a Zapatero tiene un objetivo diferente: retener los votos más ideologizados, aquellos que ven en el expresidente la ley de memoria histórica, el laicismo más rancio, el aborto, los matrimonios homosexuales, etc. En este caso, el PP ya no es la derecha sino la derechona, la caverna. Pero es difícil que una campaña así tenga resultados positivos. El PSOE muere matando.

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