Programa, programa y programa

El titular de nuestro artículo de hoy, el penúltimo, es la frase que puso de moda un viejo profesor, Julio Anguita, en una intervención ya mítica en el Congreso de los Diputados. “Programa, programa y programa”. Él defendía siempre en su partido que todo lo que se acordase con otras fuerzas o que se defendiese en posturas a tomar en las instituciones era lo que se habían comprometido con sus votantes en el programa electoral. Y en parte, Anguita tenía mucha razón.

El programa electoral es la promesa, el contrato con todos sus puntos que un candidato o partido se compromete a realizar o defender una vez haya pasado la jornada electoral. Es la hoja de ruta, como se dice desde hace algún tiempo, que marca la línea a seguir en los cuatro años de legislatura. Es un pacto social, como aquel precursor del liberalismo, el filósofo Rousseau, un contrato social, que curiosamente se refería Marx también en algunos puntos de su obra clave, El capital, por el cual el representante público se debe al bien de aquellos a quienes representa y le han puesto ahí.

Hoy en día el programa electoral está un tanto devaluado. Las técnicas de Comunicación y Marketing digital han contaminado en alguna forma la esencia del programa, de la ideología, para vertir todos los esfuerzos en la imagen, el mensaje rápido y subliminal, en definitiva, el corazón frente a la razón. Sin embargo, hay verdaderas joyas de programas electorales desde el punto de vista de su forma y de su fondo. Por la boca muere el pez, dice el refranero. Muchos al final de legislatura se niegan a someterse al tamiz de su programa porque simplemente no lo han cumplido o no lo han seguido. Un pacto determinado, unos intereses cruzados…¡Quién sabe! Más que el fin de las ideologías que decía el sociólogo Fukuyama, podríamos decir que es la escuela de las economías, pues la gestión y el modelo, en democracias occidentales como la nuestra, tienen mucho en común salvo en las medidas económicas y sociales en las que difieren un poco.

Hoy en día los programas apenas se buzonean. Más bien son pasquines o flayers de resumen de acciones o reivindicaciones con fotos del candidato y su grupo. Existen revistas en papel más elaboradas con diseños modernos pero formato clásico. Y lo que está realmente en actualidad es el programa digitalizado por redes sociales, mails y banners en digitales ligados a los programas al pinchar sobre el anuncio del periódico digital.

Ayer fue la fiesta mitin final.

 

Y así hasta casi el infinito en todos los cabezas de municipios de esta vieja piel de toro llamada España. Hoy toca reflexionar. Descansar la maquinaria electoral -por sólo unas horas-. y sobre todo estudiar con calma los programas, programas, programas.

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