Presupuestos y equilibrios

Son tiempos de presupuestos, pre-suponer. La maquinaria de la administración regional luego se atiene a lo diseñado en sus cuentas con ligeras variaciones que siempre dan juego y flexibilidad, o al menos así debiera ser en esto de la cosa pública.

En Castilla y León la Sanidad y la Educación se llevan la mayor parte de la llamada tarta presupuestaria. En eso no somos distintos a otras regiones de España, si bien tenemos dos elementos que nos distinguen o debieran diferenciar, a saber, el gasto social y la obra pública. Ambos apartados derivados de nuestra particular idiosincrasia. Somos una Comunidad con alta tasa de envejecimiento y dispersa, y llevar los servicios sociales, la calidad asistencial a una población con tan alta tasa de edad es algo muy importante y a tener en cuenta. En la política clásica los servicios asistenciales eran tomados como algo para los tiempos de bonanza económica, casi un lujo por así decirlo, pero en los tiempos que corren se han vuelto un instrumento de gobierno, un elemento de debate y un referente en la sociedad postindustrial moderna.

Por otro lado la obra pública, enmarcada prácticamente toda ella en la Consejería de Fomento, aunque no sea la única, es algo consustancial con la modernización y el desarrollo de la región como espacio físico en la que nos encontramos. Unir localidades con un grado de aceptación deseable, establecer edificios públicos con avanzados servicios y prestaciones al ciudadano o, simplemente, acercarnos incluso digitalmente son retos continuos a la que el grandioso tamaño geográfico de nuestra región se enfrenta en desventaja con otras comunidades autónomas del resto del Estado.

La actitud de la oposición ante todo ello es de dos tipos: la que para ella todo está mal y borrón y cuenta nueva sea lo que sea lo que se presente; o la que astutamente dialoga y «barre» para su casa-provincia o votantes.

En ABC

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