Penúltimo asalto para la aprobación esta semana de los Presupuestos Generales del Estado. Todo está en manos de los cinco diputados vascos del PNV, partido que está exprimiendo al máximo la importancia de su apoyo para conseguir lo máximo del Gobierno central de Rajoy. Ahora, los vascos exigen el control de la Seguridad Social, lo que supondría una nueva ruptura de la unidad de caja del Estado español y una concesión peligrosa al nacionalismo vasco, cuyo objetico último no es otro que imitar a los nacionalistas catalanes, es decir proclamar su independencia a medio o largo plazo. Mientras llega ese día, los nacionalistas vacos necesitan ir creciendo en poder económico a través del Concierto Vasco, aumentar el control político de su autogobierno, completar su moderna red de infraestructuras con la conexión por AVE con Francia y Europa, incrementar sus competencias y avanzar en la bilateralidad con el Estado español.
Cinco votos bisagras que sirven para echar un auténtico pulso, por no calificarlo de chantaje, al resto de las autonomías españolas. Algo que viene sucediendo en la política española desde los tiempos del centrista Suárez, pasando por los socialistas González y Zapatero y terminando por los populares Aznar y ahora Rajoy. Una mal diseñada Ley Electoral hace posible que los votos de las minorías nacionalistas valgan mucho más que, por ejemplo, los votos de los castellanos y leoneses, andaluces, aragoneses o extremeños. PP PSOE se han doblegado históricamente a las exigencias de los nacionalistas/independentistas y de esas estrategias hemos desembocado en el proceso independentistas catalán y en la preparación del salto independentistas vasco. Y luego se preguntan por qué crece Ciudadanos en las encuestas.
Están bien las palabras pronunciadas ayer por el presidente Herrera en el acto institucional del Día de Castilla y León. Nueva llamada a la solidaridad interregional, condena a los independentistas, exaltación de la unidad de España y canto al europeísmo. Todo muy bien, pero palabras altisonantes y sin efecto político, ya que el que manda en Madrid, ya sea del PP o del PSOE, está obligado a ceder y ceder ante los votos bisagras imprescindibles de los nacionalistas/independentistas. Y así desde hace cuarenta años. Alimentando y engordando al monstruo. Hasta en esta legislatura se dio el hecho anecdótico de que un senador berciano, el popular Hevia, tuvo que prestar, gratis y graciosamente, su voto a los nacionalistas vascos para que el PNV tuviera grupo parlamentario propio en la Cámara Alta.
El miedo a perder el Gobierno nacional paraliza las necesarias reformas para reequilibrar el Estado de las autonomías. Presidentes como Herrera están bien como floreros en el concierto nacional, pero poco más; su influencia es nula, entre otros motivos, por su alto grado de lealtad hacia las siglas de su partido político, que siempre anteponen al interés general no sólo de Castilla y León sino de España. Más de una vez, Herrera ha dado un puñetazo en la mesa, pero no ha pasado de ahí. La conclusión es que Castilla y León tendrá este año los peores presupuestos generales del Estado mientras País Vasco, comunidad vecina, recibe el dinero y el apoyo a sus demandas inversoras. Y dentro de este mapa, León, es la gran provincia marginada en las cuentas nacionales. Y dentro de la provincia, El Bierzo, es el gran marginado. Miseria sobre miseria. Y así hasta la derrota final.