Pregón de las Fiestas de Astorga

 

Queridos amigos y amigas de Astorga, y queridos amigos de fuera de Astorga, bienvenidos a vuestra casa.

Señor Alcalde, Corporación Municipal.

Os agradezco enormemente que hayáis pensado en mí para dar el Pregón de las Fiestas de Santa Marta. Las Fiestas de Astorga. Quiero que sepáis que, además de un gran honor, supone una tremenda responsabilidad, y tensión, mucha tensión porque no resulta especialmente complicado dirigirse a millones de personas en televisión, pero hablar aquí, en el balcón del Ayuntamiento, para gente que me conoce desde que éramos pequeños, eso tiene lo suyo.

Es una pequeña contradicción que forma parte del maravilloso espíritu contradictorio sobre el que Astorga está edificada y que, por eso mismo, consigue que sea una ciudad única, genuina, diferente a todas. Porque así es Astorga, no lo dudéis, y así somos también nosotros. Únicos, genuinos y diferentes.

Somos una maravillosa contradicción que tiene forma de ciudad. Creo que en alguna ocasión os he contado lo mucho que me gustó descubrir en la infancia que vivía en un lugar donde el cocido podía comerse al revés, la Calle Ancha era la más estrecha, la bajada del Postigo era una subida y cuando llegas de viaje lo primero que te preguntan -no dudo que con enorme cariño-, es: “¿Y cuándo os marcháis?”.

Para mí, en la infancia, Astorga era el Paraíso. Un mundo fantástico. El mejor de los mundos posibles. Hoy, lo sigue siendo.

Astorga no es solo una ciudad. Es una forma de ser. Una forma de estar en el mundo. Una forma de comportarse, de sentir y de vivir la vida.

Os confieso que tuve que irme fuera para entenderla mejor. Como esas sondas espaciales que viajan millones de kilómetros para, desde allí, comprender mejor lo que somos aquí y de qué estamos hechos.

Y lo primero que uno comprende cuando sale fuera es que no importa lo lejos que vayas porque Astorga seguirá siempre dentro de ti. Astorga, León entero, es algo que sucede por dentro. Entiendes que ahí fuera Astorga eres tú; que tú has hecho Astorga, pero que Astorga también te ha hecho a ti.

Astorga nos ha hecho a todos. No es un simple lugar bajo el sol. Es una inmensa región del alma, un país, un continente entero. Astorga es un mundo. Y lo comprenden de inmediato todos los que llegan aquí. No les cuesta nada dejarse seducir por esa materia íntima de la que está hecha la ciudad. ¿Sabéis por qué? Porque es la misma materia con la que están hechos los sueños, y de la que estamos hechos nosotros, los astorganos y las astorganas.

Yo sé que, vayamos donde vayamos; sé que por más lejos que lleguemos, habitaremos para siempre en este país llamado Astorga. Vengamos de donde vengamos; tardemos lo que tardemos en volver a vernos, de fiesta en fiesta como ahora, de Navidad en Navidad; vengamos con hijos con pantalón corto o con nietos; y estemos cansados, felices o derrotados; nos haya ido bien o mal, nos reconoceremos por ser de donde somos; por ser de aquí y por estar hechos de lo que de verdad estamos hechos: de tardes de verano junto al río, del frescor del Jardín por la mañana; de los azules que se degradan hacia el Teleno, del arcoíris ocre de la maragatería, de los rojos del cielo que mueren cada tarde en la muralla, del olor a la leña para el pan en San Andrés, del sonido de las butacas del Astúric… y de tardes de vencejos y de noches de nieve. De todo eso estamos hechos.

He conocido otros lugares maravillosos, pero no son Astorga. No son mi casa. Y tengo que deciros que estoy orgulloso de todos los que han hecho posible una ciudad como esta, una ciudad de cine hecha para la cultura. Una ciudad de músicos, de pintores, de escultores, de escritores, de arquitectos, de deportistas, de periodistas, de revistas literarias, de fundaciones culturales, de colegios… Una ciudad en la que siempre estamos disfrazados de algo. Supongo que para ser más nosotros mismos.

Somos una de las ciudades con más cultura y más historia por metro cuadrado. Y cuando hablo de cultura incluyo, por supuesto, al Atlético Astorga, a los cocineros, a los camareros, a los héroes del pequeño comercio que tan grandes nos han hecho, y a esa profunda cultura rural que no debería desaparecer nunca.

Una ciudad que apuesta por la cultura, por la ciencia y por el deporte, es una ciudad que apuesta por nosotros mismos, por lo que somos y por lo que queremos ser.

Y junto a ese orgullo del que os hablo, lo que siento de verdad al hablar de Astorga es una tremenda responsabilidad. Astorga no es cualquier sitio. León, tampoco.  Y tengo la responsabilidad de demostrarlo viva donde viva. Cuando salgo, siempre llevo la ciudad conmigo. Quiero decir que somos Astorga, representamos a Astorga, y estamos por tanto obligados a ser nobles, hospitalarios, auténticos. Porque esta ciudad es así, y esta tierra también. Estamos obligados, como leoneses, a ser orgullosos, responsables y agradecidos.

Claro García pregón 2016

¿Agradecidos? Pues sí. También tenemos que ser agradecidos. Yo le agradezco a Astorga una infancia feliz, una apasionante adolescencia que aún no ha terminado, mis primeros amigos, mi primer amor. El cine. La literatura. La pasión por las historias.

El año pasado alguien me preguntaba que por qué me había acordado de Astorga en el momento de recoger el Goya. ¿Y cómo no me voy a acordar si en esa esquina de la Plaza comenzó todo? Ahí, en esa esquina, estaba el puesto de tebeos donde compré mi primer Mortadelo y Filemón; y en esa calle de allí, la del Asturic, y en la de allá, en el fabuloso Velasco, descubrí el cine. El Asturic, el Velasco, el Gullón, el Capitol y el Tagarro… Cines. Soles maravillosos y cálidos que brillaban y calentaban el invierno de nuestra infancia.

Me gustaría algún día devolverle a Astorga todo lo que me ha dado; dejar una Astorga mejor para los que vienen detrás. Estoy convencido de que todos tenemos mucho que aportar.

Sueño y deseo que dentro de veinte años uno de esos niños o de esas niñas se suba a este balcón para hablar con pasión y con amor, como yo he intentado hacer esta mañana, de la Astorga que le hemos dejado. Y espero que sea una Astorga que le guste, que sienta suya y que pueda compartir con sus amigos.

Tenemos que seguir defendiendo una ciudad donde todo es posible. Y sugiero, si es que tengo derecho a sugerir algo, que de cara al Siglo XXI abramos las puertas a miradas nuevas. Astorga lo necesita. Y necesita que, sin olvidar lo que somos, la miremos con otros ojos.

Por ejemplo: creo que el Palacio lo que nos dice de verdad una y otra vez es que en Astorga tenemos imaginación y fantasía, y debemos ponerla en marcha.

La Catedral nos recuerda continuamente que estamos rodeados de Historia, pero también nos está diciendo que no podemos seguir viviendo de la Historia, que tenemos que hacerla. Que otros vivan de la Historia. Nosotros la hacemos; siempre la hemos hecho, y no debemos consentir que la hagan por nosotros.

Nuestro Jardín, y eso lo sabéis mejor que yo, no es un simple Jardín: es belleza. Y este Camino que pasa por esta puerta no lleva a Santiago exclusivamente; a nosotros nos debe llevar al futuro; un futuro lleno de industria, de ciencia y de cultura.

Sé que en Astorga, si nos lo proponemos, podemos ser lo que queramos ser. Nuestras pequeñas cosas nos hacen grandes y, vistas desde lejos, adquieren una dimensión universal.

Sueño y deseo que, dentro de esta nueva mirada que propongo, que las murallas sirvan para defendernos de la frivolidad, la intransigencia, la falta de solidaridad, la desigualdad, la violencia machista…. Todo eso aquí, en Astorga, no tiene cabida.

Astorga limpia, lúcida, feliz. Astorga tecnológicamente avanzada y guapa por dentro y por fuera. Astorga casa. Astorga madre. Astorga amante. Astorga sin fronteras y sin límites.

Astorga, avanzando hacia el futuro con la chaquetina en la mano por si luego quiere refrescar. Astorga universal. Astorga nuestra.

No os quito más tiempo, que son Fiestas y hay mucho que celebrar. Celebremos, por favor, que estamos juntos en una ciudad que nos quiere y a la que queremos: Astorga es la ciudad de nuestra vida.

Quitémonos complejos de encima. Somos grandes, somos universales, somos Astorga. Y eso hay que celebrarlo.

Vamos a ello. Os deseo unas felices fiestas.

¡Viva Astorga, y viva León!

 

Claro García.

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