PREGÓN FIESTAS DE ASTORGA 2015

Gracias alcalde, gracias corporación, por esta mala idea que han tenido de concederme el honor de abrir las fiestas. Y con el añadido de lujo de estrenar banderas. Eso sí, vigilado por los maragatos más conocidos y seguidos. Es de mi oficio anunciar lo que pueda interesar a los ciudadanos y, por una vez, se puede volver a los inicios, contándolo de viva voz, ante todos los que quieran escucharlo.
Hace unos días, mientras intentaba pensar cómo se hace un pregón, un pregón festivo, en plena era digital, me quedé con la mirada perdida en una joven que estaba sentada en la mesa de al lado, en un restaurante. Era un conjunto formado por unas enormes gafas de sol y un teléfono, del que a ratos sobresalía una chica menuda, más bien oriental. De aperitivo pidió un café con leche. Y de plato principal una ensalada. Entre mensaje y mensaje en el móvil llegó a probarla, pero nada más. La mayor parte del verde quedó en el plato. Pensé que para ella solo podía ser un pregón de ciento cuarenta caracteres como máximo, lo que admite Twitter. Por ejemplo: “Pásate por Astorga y baila sobre dos mil años de historia”.
Ahora los bailes los animan los disc-jockeys. Sean invitados para una sesión o los que llaman residentes, los titulares de cada discoteca. Aquí, habrá varios estos días, haciéndole la competencia todas las noches a los que vienen poniendo la música desde el siglo XVIII, que son Juan Zancuda y Colasa. Eran rebuscados para los nombres artísticos ya en aquella época.
Y la explicación de quiénes eran estos autómatas no mejora las cosas con nuestra amiga del teléfono si queremos quitarle su expresión incrédula. Son dos maragatos. ¿Maragatos? Sí, antiguos comerciantes: maragatomericator-mercader. Aunque esta es la interpretación sencilla. Tenemos otras más exotéricas. Etnia desconocida, podrían ser antiguos africanos, bereberes o cartagineses, o -incluso- maragatos como traducción de moro cautivo… Con costumbres singulares. El traje típico de los hombres incluye bragas, el pantalón bombacho que lucen. Aunque más equívoca es la covada, el hombre se acostaba a reposar tras el parto de la mujer… Es un poco difícil de explicar hoy en día, pero en contra de lo que parece algunos interpretan que puede ser hasta moderno: es una forma un tanto singular de asumir la paternidad… o de reconocer al niño, que los arrieros pasaban mucho tiempo fuera y vete a saber los embarazos…
Esos arrieros maragatos iban entre Galicia, Asturias y el interior de la península llevando mercancías. Astorga siempre ha sido un cruce de caminos. Ahora quieren llevarse ferrocarril y carreteras por Benavente o León. Incluso la Vía de la Plata. Yo creo que es porque en cuanto aparecía alguien por aquí le metíamos una caja de mantecadas por la ventanilla. En venganza por desviarse tienen que salir de la autovía para comprar unos trozos de vaca seca que llamamos cecina y que les hemos convencido de que está riquísima. Y lo está.
Hecha la parada, a la joven del café con leche y ensalada le ofrecemos un cocido… que lleva de postre la sopa humeante.
Menos mal que para pasear la digestión, puede echar un vistazo a la ciudad. Primera parada, una prisión. La Ergástula, se supone que una cárcel para esclavos. Aunque para cárcel, la celda de las emparedadas, un encierro voluntario por penitencia, de por vida, entre dos paredes…
¿Y no tenemos algo más divertido?
Hay ruinas romanas, pero están en los sótanos. Es por discreción. Antes incluso se era más discreto todavía: si al excavar para hacer los cimientos de una nueva casa aparecían restos arqueológicos, se desmenuzaban cuidadosamente y escondían, creo que para no dar envidia a los vecinos por vivir encima de unas termas romanas. Amamos tanto lo romano que hasta hace poco hemos estado utilizando las cloacas que dejaron ellos.
Se puede ver una catedral gótica y un palacio neogótico, en la misma plaza. Es como estar en León y en Barcelona a la vez. Cinco siglos de diferencia en la misma postal.
Nuestras rarezas e interrogantes no acaban aquí.
La más valiosa reliquia civil de la ciudad es el pendón de Clavijo, una batalla que no se sabe realmente si llegó a existir. Eso sí, si llegaron a luchar fue a lo grande, con apóstol Santiago y todo.
Y llegan hasta la época actual. Los carnavales son después del Miércoles de Ceniza. Y hablando de fiestas: ¿conocen algún sitio donde haya una Vuelta chapista?, sí, de chapas… Aquí este año se corre la número 33. Estos apuntes más o menos cómicos solo son para justificar que con tantas historias singulares Astorga necesitaba tener intelectuales, historiadores y escritores que encontraran explicaciones y respuestas, para la chica del teléfono y para todos. Y los ha habido. Desde siempre. Juan Lorenzo de Astorga hizo una de las dos versiones que se conocen del Libro de Alexandre, uno de los principales y más eruditos textos del siglo XIII.
¿Cuántos García hay en la plaza? Pues sepan que ya en la corte de los Reyes Católicos había un García de Astorga, poeta, al que la reina Isabel le pagó 20.000 maravedíes al menos durante dos años, y eran los tiempos en que peor andaba de dinero porque estaba empeñada en la guerra de Granada y la financiación del viaje de Colón. No se sabe si se los pagó por escribir algo o para que dejara de hacerlo, porque los versos de García son irreproducibles en horario infantil como este. Hacía versos satíricos y burlescos, rijosos hasta un punto difícil de imaginar.
Y así hasta el siglo XX, con seis imprentas y varios periódicos … Los López, los Revillo, los Villacorta, los Carro Celada, Martín Martínez… tantos otros… Y la Escuela de Astorga: Luis Alonso Luengo, Ricardo Gullón, Leopoldo
Panero. Ellos escribieron la Guía sentimental y artística de Astorga. Por eso yo, existiendo ya esa, me he podido permitir hacer otra un poco más heterodoxa. Por cierto, como una de las primeras actividades de la Casa Panero no estaría mal que volviera a publicar -como ya hizo el Centro Marcelo Macías y el ayuntamiento hace unos años- una edición facsímil de aquella guía.
Incluso sigue sirviendo, espero, como reclamo turístico, lo que le dijo Alonso Luengo al poeta  Gerardo Diego para que viniera a Astorga: “Es el sitio donde encontrarás lo que, en este momento, a tu espíritu y a la salud de los tuyos conviene. Paz, aire limpio, sano, del Teleno, solo turbado por el sonar de las campanas; jardines sobre las viejas murallas con sinfonía de pájaros y cielo azul; amigos no estrepitosos pero si cordiales; y como complemento historia y arte”. Era cierto, aquí se estaba más tranquilo que en la casa de veraneo que Gerardo Diego tenía en la Francia ocupada entonces por los nazis.
El cielo azul lo tenemos hoy también, pero ya anuncia los que prefiero, los cielos densos de la primavera o el otoño, cuando despiden el largo invierno o lo anuncian, y aparecen como enrabietados, cargados de morados intensos. Mientras recuperamos esa guía invito a cada uno a hacer la suya propia, cada día. Las ciudades muertas, en el sentido que le dan al concepto los decadentistas, a veces son difíciles de vivir, es más fácil soñarlas…
Cuando vayan a la catedral piensen en lo que se esconde bajo sus pies, ¿en los sótanos habrá todavía documentos de los herejes priscilianistas?
Los martes, al acercarse al mercado, recórranlo pensando que se van a cruzar con la familia que vive en la casa romana del mosaico del oso y los pájaros.
Esa calle por la que pasa todos los días, ¿existiría ya así, con ese trazado, cuando todas las casas que le rodean las arrasaron Teodorico y después Leovigildo? Y no se confíe, trate de adivinar por qué puerta puede volver a entrar Almanzor. Lo hizo tres veces.
Al ir al centro de salud, cuidado, porque los franceses tienen sus trincheras y artillería apuntando a esa puerta de la muralla. Cada 31 de diciembre puede recordar cómo fue el de 1808, con todos los vecinos huyendo mientras Napoleón entraba en la ciudad, al mando de miles de soldados franceses.
Sitúese ahora en los inicios del siglo XX, en cualquiera de las dos primeras décadas: Piense cómo va a saludar a Manuel García Prieto si se cruza con él por la calle, ha vuelto a ser nombrado presidente del gobierno. Y cuando el ayuntamiento amplíe el archivo municipal, podrá reconstruir también su propia historia a placer,  rastreando sus antecedentes hasta el siglo XIV… Y leer todas estas historias en una biblioteca más amplia y dotada.
Y no solo historia. Pronto Astorga volverá a tener un teatro.
A veces parece que el comienzo de La Regenta de Clarín está escrito pensando en esta ciudad: “la heroica ciudad dormía la siesta…” Pero sería injusto.

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Injusto con los de aquí que han llenado Madrid, y no solo Madrid, de pescaderías y restaurantes. Injusto con los que aquí, por ejemplo, se les ha llegado a ocurrir mezclar chocolate con cecina, dándole la vuelta a una tradición, una vez más, centenaria, que llegó a reunir decenas de fábricas. Y de la que se puede culpar a Hernán Cortés, por enviar, unas semillas de cacao, se supone que como regalo, al marqués, su futuro consuegro.
¡Quién no asocia lo dulce con el recuerdo de una crema pastelera centenaria!
En esta plaza comenzamos a jugar a baloncesto en las fiestas de los años setenta. Hoy Ángela Salvadores lidera la selección nacional sub-18.
Y cuando entrené con el Astorga estaba en regional. Hoy juega en Segunda B… ¡Esta tarde… todos al fútbol! Por aquellos mismos años comenzamos a intentar seguir el paso que marcaban los espectaculares desfiles de la Semana Santa del Sur… algunos entusiastas han conseguido que ya sea la de aquí de interés nacional. Siéntanse orgullosos y herederos de una ciudad culta, monumental, singular, rebosante de historia y de historias… Si me permiten, exijan y exíjanse que lo siga siendo, poniéndolo en valor. Y  háganlo saber a los visitantes y con ellos… disfrútenla…
Y estos días, astorganos, veraneantes, peregrinos, vivan las fiestas y los dos mil años de historia.
Gracias.

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