Resta un año y medio para las próximas elecciones locales y, sin embargo, existe mucho movimiento en los círculos en torno a los principales partidos políticos. Sin tregua navideña, el acoso por el asunto del IBI, de las basuras o hasta de la simple cabalgata de Reyes sirven de dardos arrojadizos y campaña contra el Gobierno local. A veces con razón y otras veces sin ella.
Muchos miembros activos, especialmente en redes sociales, -un mundo paralelo pero real por lo cierto de su existencia- muestran ya a las claras su papel de agentes electorales aprovechando cualquier resquicio en los medios digitales o en la propia red. Hasta la filia de donde provienen sus comentarios y pseudoinformaciones llevan bien visible su denominación de origen por la saña con la que hablan y hablan de los demás.
Al final, lo que debía tener un tiempo y un espacio más acotado y tranquilo se va convirtiendo en un corral de patio de vecinos en los que la razón brilla por su ausencia y la moderación se fue por los sumideros de la supuesta libertad de expresión mal entendida porque, seamos serios, no todo vale, ni en su formato ni en su fondo. Las prisas y las ganas de tumbar al contrincante -en este caso político- es lo que tienen, que lo emborronan todo demasiado y distorsionan con mucho ruido y pocas nueces la supuesta actualidad.