Este fin de semana, concretamente el sábado, el Partido Popular de León cerrará una situación provisional cronificada desde el asesinato de su presidenta Isabel Carrasco. Eduardo Fernández, diputado nacional y presidente por las especiales circunstancias, cierra una etapa en la que muchas cosas han pasado de puertas afuera y adentro de la formación centroderechista leonesa. En todo caso, los «repudiados» por Carrasco, vuelven -aunque nunca se habían ido- para tomar las riendas de -«la cosa». El resultado es un híbrido de lo que hubo, de lo que ha estado siendo y de lo que vendrá. Un mix con tan sólo un pequeño obstáculo con el exconcejal leonés Gavilanes que, de momento, se ha quedado en paloma al integrarlo en la Ejecutiva saliente.
Juan Martínez Majo toma la presidencia con experiencia de sobra y con un sentido del municipalismo y conocimiento de la provincia de León como pocos. El camino no ha sido precisamente sobre una alfombra roja. Se han hecho concesiones, se ha dado algún codazo y ahora se remate con un equipo de confianza donde la mayoría será, a poder ser, sangre nueva y triunfadora. Es aquí donde Astorga, desde hace años relegada a una tercera categoría en el peso provincial del PP leonés resurge con fuerza a la par que la figura de su alcalde, Arsenio García, crece a cada poco.
A la chita callando, en su estilo de hormiga trabajadora sin polémicas ni estridencias, varios astorganos pueden acompañar como guardia pretoriana a su flamante alcalde. Majo sabe de la honradez y fidelidad a prueba de todo del historiador astorgano metido a político por ser el único neutral en una ciudad donde siendo el PP el partido más votado siempre, nunca ganaba las locales por las eternas luchas de Caín contra Abel. Diálogo, trabajo y honradez son las características del astorgano que Majo pretende inyectar también en su equipo.
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