No son todos pero sí unos cuantos. Y lo hacen de manera tan evidente que todavía parecen más. Me refiero a los políticos que acuden a los plenos, los consejos y a otros eventos públicos donde se supone que al menos deberían estar atentos a lo que allí se está tratando pero que, sin embargo, se dedican a ‘wasapear’ frenéticamente, a consultar sus redes sociales o webs de diverso tipo en su móvil e incluso a atender llamadas telefónicas desde su asiento. Da igual lo que allí se esté debatiendo y lo crucial que sea para su municipio, comarca, provincia, comunidad o país.
Cabe matizar que es perfectamente entendible la obligación de atender un mensaje urgente o la necesidad de consultar documentación on line o que simplemente tenemos guardado en ese pequeño ordenador que es hoy en día un móvil. Pero, no, no estamos hablando de estos supuestos. Estamos hablando de señores y señoras con una cara de aburrimiento descomunal, que parece que nos hacen un favor por asistir -en el Congreso muchos ni asisten- a una reunión por la que se les paga, y muy bien por cierto (con el dinero de todos). Son los ‘políticos figurantes’, a los que -a diferencia de los verdaderos figurantes, a los que ahora llamamos ‘extras’- les da igual hasta que las cámaras estén delante. ¿Qué harán en las reuniones a puerta cerrada?
El pleno del Consejo Comarcal de este jueves no fue una excepción. Aunque la mayoría de los consejeros permanecían atentos a lo que allí sucedía, unos pocos daban ‘la nota’, o mejor dicho, le daban a la tecla. Algunos se dejaron las pestañas en los teléfonos y otros se dedicaron a leer el libro que les habían regalado con anterioridad. Eso sí, al escuchar aquello de que se ‘procede a la votación’ volvían rápidamente a la realidad para levantar el brazo. Finalizado el trámite, vuelta a la distracción de cada uno hasta la siguiente votación…