Periodismo versus gansterismo

La opinión pública en general y el gremio de los periodistas en particular, creímos, ilusos de nosotros, que el periodismo utilizado como arma de presión empresarial había pasado a la historia con el fallecimiento de cierto constructor metido a empresario de la comunicación. El otro día tomando un improvisado café tres talluditos compañeros en Ponferrada recordamos aquellos tiempos de la “guerra del hormigón” y demás que tantas jornadas nos quemaron las pestañas ejerciendo en el Bierzo.

Sinceramente, el viejo axioma de constructor con medio de comunicación local o provincial para atornillar alcaldes y diputaciones estuvo vigente en España desde principios de los ochenta hasta los primeros años del siglo XXI. Pero tres han sido los motivos por los que ese modelo ha tocado a fin, a saber, uno la corrupción y la persecución judicial, dos la crisis económica y la explotación de la burbuja tanto de obra pública como privada, y tres la aparición de los grandes grupos de comunicación absorviendo o comprando cabeceras provinciales-locales además de la fuerza de los digitales mucho más difíciles de manipular y controlar por su proliferación incial -etapa que también toca a fin y en la que solo quedarán unas pocas cabeceras por zona-.

Si miramos por arriba de nuestro ámbito territorial, la televisión regional mantiene un pulso con paros en su plantilla por sus sueldos, aumento de trabajo hacia el multimedia con radio incluída y demás. Una televisión privada financiada públicamente. No digo más.

Un peldaño más abajo algunos diarios por nuestras provincias que presumen de solera, y es cierto, era todo un prestigio trabajar en ellos por cuanto suponía de condiciones y medios con respecto a los demás compañeros, pero que fueron decayendo a condiciones de fábricas del siglo XIX. Y de cuya fuerza solo queda su nombre y su lectura en todos y cada uno de los bares, hasta con regalos por duplicado de periódicos nacionales en operaciones de ingeniería comercial. “Dile al alcalde que o firmamos la publi o le crujo en quince días”, así de literal cierto conocido director de una no menos conocida cabecera le espetó a un colaborador, éste al edil y el atemorizado alcalde a este periodista. ¿Sois así los periodistas? ¿Os tenía por una profesión más noble? Me afirmaba estupefacto. Yo le resté hierro al asunto y fui más por el ego personal que se le ha subido al ínclito plumilla, eso sí, con gran cargo en la actualidad.

periogista ganster

O esas informaciones que aprovechan un incidente cotidiano para titular a cuatro columnas el castigo divido de Sodoma y Gomorra por culpa de tal o cual político, cuando en realidad es para la adjudicación o renovación de tal contrato o servicio del empresario de turno. La gran mayoría pregunta: “¿Oye, esto que no es información, que se nota exagerado y manipulado, a cuento de qué? Y claro, los que estamos en la pomada rascamos y saltan las intenciones acá y acullá, en un municipio y en otro.

A los que somos periodistas vocacionales y nos esforzamos en estudiar -algunos seguimos estudiando siempre- nos enseñaron en asignaturas como: Etica y Deontología periodística, Empresa Informativa, Derecho Constitucional etc una serie de pautas que no se dan en los propietarios empresarios de la mayoría de medios. Y hasta ahí podríamos aceptar que un empresario metido por mero poder del dinero a propietario de medios de comunicación cometiera esos errores de bulto. Al fin y al cabo, carecen de formación y educación al efecto. Pero lo triste es esa cohorte pequeña de cargos directivos que sostienen el engaño, que adulan al grande y machacan al pequeño, sea político competencia o compañero en el medio. Es como la monarquía. Los más monárquicos no son los reyes, sino su corte. En el fondo, están salvando su culo, uy perdón, su condumio.

Ante la poca fuerza que tenemos las asociaciones de periodistas, colegios oficiales y demás, tan solo queda mirar a la legislación. Pero topamos con los políticos. Parte del sistema. Nada o poco que hacer. Tienen que renovar su existencia cada cuatro años y dependen de los medios. Medios con dueños, claro. Dueños con intereses por supuesto. ¿Entonces, cómo eliminar este gansterismo que se nos ha colado en la prensa? A mi humilde entender, con denuncias. No soy partidario de judicializar la vida. La Justicia está atascada. Pero si usted es un alcalde, del tamaño que sea, o si es un periodista, del medio que sea, y le están intentando chantajear o extorsionar con bravuconadas, campañas orquestadas de artículos en contra, crear una corriente de opinión e imagen en contra, vaya a juzgado. Tenemos que sacar a esta lacra de nuestros medios de comunicación y, sintiéndolo mucho por la parte que como periodista me toca, de nuestras redacciones.

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