Isabel Carrasco era, sin duda, la ciudadana de la provincia de León con más poder. De hecho, la prensa más amarilla, esa que pulula en la red sin control de periodistas profesionales, la tildaba de “la mujer de los trece sueldos” por los cargos que como presidenta de la Diputación llevaban ligados a organismos e instituciones. Carrasco nació en un pequeño municipio del Ayuntamiento de Cuadros en 1955, en plena montaña leonesa. Al principio, sus padres, como nació menuda, la atiborraban de leche y carne de potro, que según las gentes sabias de montaña es de las más sanas que existe. Ella lo recordaba en cada comida que convocaba a los medios de comunicación. Porque Isabel era así, una persona que no guardaba mucho las formasy el carácter la perdía. Quien la llegaba a conocer a fondo, se lo permitía porque ella sabía hacer y estar en los momentos de la verdad.
Genio y temperamento
Carácter, genio, temperamento. Son algunos de los rasgos de la personalidad que han acribillado a balazos injustamente ayer. Pero «la Carrasco» era mucho más. Su inteligencia era tal que sacó con número uno las difíciles oposiciones de inspectora jefe de Hacienda en León. La primera mujer en un cargo similar con ese rango. Había que verla entrar pisando con tacón alto, mirada al frente y sin dudar, firme, hacia su nuevo despacho rodeada de hombres, siempre rodeada de hombres que temblaban a sus órdenes.
Madre de una hija veterinaria
Isabel estuvo casada, pero la cosa no fue bien. Fruto de ese matrimonio nació una niña hoy mujer, propietaria de una clínica veterinaria en Madrid, que está soportando lo indecible. La presidente del PP de León asesinada ayer se comportaba con su hija como la leona defiende a sus cachorros con uñas y dientes. El domicilio familiar, en el Paseo Condesa de León, fue el hogar de toda la vida de ambas. Mucho se ha publicado de otros bienes inmobiliarios de la presidenta de la Diputación de León, pero lo cierto es que hogar, hogar, sólo tuvo uno, su piso de León. El resto fueron, como medallas, logros durante toda una vida dedicada a trabajar en la res pública. El de cerca de la Estación de San Isidro, el de la playa de Marbella…
Isabel comenzó a ser conocida en los medios de comunicación en octubre de 1997, nombrada por el entonces presidente de la Junta, José María Aznar. El encargo era claro: eliminar todo vestigio de diversidad de delegaciones por consejerías, adelgazar la Administración recién creada y heredada por los socialistas y hacer de la Delegación de la Junta de Castilla y León un eficaz instrumento de administración pública. Dicho y hecho. En cuatro años de mandato jamás se vio tanta actividad y eficacia.
En eso, ella lo bordaba. Regresó fugazmente a su cargo de inspectora de Hacienda jefa de la Unidad Regional de Inspección de Grandes Empresas y Patrimonio. Pero Juan José Lucas, en cuanto la conoció de cerca, no se separó ya nunca más de ella. Fue consejera de Economía y Hacienda de la Junta de Castilla y León desde 1995. Muchos apuntan a la difícil relación que mantuvo con Juan Vicente Herrera, actual presidente del Partido Popular de Castilla y León y de la Junta. Su relación en los últimos años era estrecha y cercana.
Fue senadora por designación autonómica por las Cortes regionales. Desde entonces, su deseo último e interior fue volver al ruedo de la política regional. Primero logró la presidencia del Partido de León, luego la presidencia de la Diputación Provincial desde el 2007.
Dirigía el partido «manu militari». Abortó las rebeliones en el Bierzo, en León capital, en Valencia de Don Juan… Formaba parte de la «zona oeste de Castilla y León», una operación con la mitad de las organizaciones provinciales para fomentar la candidatura del salmantino y secretario regional, Alfonso Fernández Mañueco, como sucesor de Herrera. Ni las filtraciones de prensa del fuego amigo, a nivel nacional, ni la crítica constante mermaban su capacidad de aguante…y de trabajo. Isabel era así, o la querías o la odiabas. Nunca indiferente.
Conflictos internos
Su fuerte carácter, su franqueza y el decir siempre lo que pensaba la llevaron a varios conflictos y enfrentamientos internos en el partido.La acumulación de cargos generó antipatías hacia esta política, hasta el punto de que se promovió una campaña a través de Internet para forzar su dimisión como presidenta de la Diputación. A ello se unieron sonadas pitadas en actos públicos o críticas a través de las redes sociales, pues se le acusaba de acumular hasta 13 cargos públicos.
Existe además una faceta de la presidenta más desconocida y por ende, más endiabladamente novelada. Con altas dosis de verdad. Le gustaba divertirse y soltarse la media melena rubia platino.
Ni las operaciones de estética millonarias, ni la ropa «pret a porter», ni los sibaritismos más exclusivos llenaron del todo el alma de esa niña de montaña con ganas de crecer, lista como el hambre y de vivir la vida al límite del bien y de lo correcto. Una línea roja que le gustaba bordear como nadie. Isabel Carrasco, hoy y siempre, en el recuerdo.
Muy bien Alejandro.