A.J.García Nistal El nuevo líder del centroderecha leonés es un ponferradino nacido el 4 de marzo de 1966, esto es, cuenta con 48 años. Casado con dos hijos. Católico. Entre otros estudios es licenciado en Derecho, graduado en Ciencias Políticas y de la Administración, graduado en Geografía e Historia y tiene un postgrado-máster en Cultura y Pensamiento Político. Fue presidente comarcal de Nuevas Generaciones del Bierzo, concejal de Ponferrada y portavoz en el Consejo Comarcal del Bierzo entre los años 1995 y 2000. Si la política era su gran pasión, caminaba en parelelo con el ejercicio de su profesión al lado de conocidos empresarios como Cobo Calleja y Ángel Escuredo, con quien formó equipo en una renovación del PP berciano. Los veteranos de Alianza Popular fueron poco a poco desplazados sin ruidos ni estridencias -salvo una- por nueva sabia más centrista y que culminó con la gran coalición liberal, demócrata cristiana que terminó refundándose en Partido Popular. Ese conocimiento interno del partido, como su sólida formación académica, le hizo ser el elegido para puestos de mayor confianza en el Ejecutivo de la Junta. De hecho, fue director general de Administración Territorial desde el 2000 al 2003.
Se podría decir que a partir de entonces Fernández culminó una etapa vital con la política ponferradina y berciana, aunque siempre ejerce de ello, para dedicarse a la “macro” política. Al menos interprovincial. Ha sido en la reciente historia la única persona que ha desempeñado en dos etapas distintas el cargo de delegado territorial de la Junta de Castilla y León entre el 2003 y 2011. Sus cargos como secretario general provincial del PP y otros a nivel regional le han mantenido en primera línea desde hace prácticamente una década. En la tercera renovación generacional del PP en el Bierzo, al principio pareció que la estela a seguir aquí sería la del exalcalde de Ponferrada, Carlos López Riesco, y a nivel provincial la de Isabel Carrasco, presidenta de León. Era el momento de la gente de su edad, de su preparación y de su experiencia. Sin embargo, los problemas del partido en el Bierzo, que terminó dividiéndose en cuatro: MAS, IAP, ‘carlistas’ e ‘isabelinos’, le hicieron adoptar una postura neutra, casi gris, enfocada más en su estrecha relación de partido y de amistad con su ex jefe, el ex consejero de Presidencia y hoy alcalde de Salamanca y secretario regional, Alfonso Fernández Mañueco.
Tras el asesinato de Isabel Carrasco el pasado mes de mayo, Fernández preparó, como buen fontanero político, una salida rápida con una posible elección provisional hasta un futuro congreso o bien de Marcos Martínez, presidente de Diputación, o de alguien más afín a los dirigentes regionales o del entorno del consejero de Fomento y Medio Ambiente, Antonio Silván. Todo ello se truncó bruscamente por la detención de Marcos Martínez. Por lo que la solución provisional se ha convertido en la solución, a propuesta de Mañueco y con el visto bueno del presidente Herrera y de la propia secretaria nacional, Dolores de Cospedal. Con ello, culmina la carrera en el escalafón provincial de Eduardo Fernández en su partido y tendrá, con todo el apoyo de Valladolid y Madrid, las manos libres para preparar la entrada de su generación en todos los puestos de liderazgo y representación posibles. Del denominado ‘modelo empresa’ se pasará a un modelo más técnico del planteamiento político. No lo tendrá fácil. Por una parte cuenta con una estructura orgánica y pública creada a modelo e imagen de la difunta presidenta y por otra existe un rosario de veteranos cargos que se encuentran expectantes al cambio de liderazgo en un intento de retomar viejas responsabilidades. Seguramente, conociendo a Fernández, irá paso a paso por la calle de en medio, es decir, la suya. Quizás sea lo que necesite el centroderecha leonés, el berciano y la política en general, aunque fuera de sus siglas, soplan tiempos de populismo y de ajuste de cuentas social por los múltiples casos de corrupción.