La denuncia de la concejal de Izquierda Unida en Ponferrada, Rebeca Nieto, sobre un presunto acoso y machismo sobre su persona por parte del coordinador comarcal de la formación comunista no deja de recordarnos aquella frase del Evangelio en la que se dice: “quien esté libre de culpa que tire la primera piedra”. El hecho en sí, hasta que no se demuestre lo contrario, deja al dirigente Emilio Nieto contra las cuerdas y ha provocado que este puente no haya habido descanso ni tregua en IU del otro lado del Manzanal, ruedas de prensa incluidas.
Lo cierto es que escuchar y ver a Rebeca Nieto, sus lágrimas y sus palabras como un gesto de desesperación, rabia contenida y dosis de pudor al tener que enfrentarse a los flashes de los medios de comunicación, nos recordó a los malvados periodistas un hecho acaecido con otra edil, en aquel caso del Partido Popular, con un discurso y gestos similares. ¿Se acuerdan ustedes del caso Nevenka?
Tradicionalmente, la extrema izquierda y cierto filofeminismo del más centrado Partido Socialista se han apropiado para sí de la bandera que aboga por los derechos de la mujer. A tal extremo ha llegado esta auténtica guerra como grupo de presión que el centro derecha siempre ha vivido acomplejado, como si no tuviese sitio en las manifestaciones y actos pro derechos de la mujer. Y no es así.
La primera moraleja que deberíamos obtener de esta noticia, que está moviendo de sus sillones a la vieja estructura del comunismo berciano, consiste en comprender que no existen formaciones políticas inmaculadas porque todas cuentan en sus filas con seres humanos, y con éstos, sus defectos y virtudes.
La segunda cuestión radica en arrancar de una vez por todas el negocio y el discurso que algunas dirigentes políticas hacen de la guerra de géneros. Instaladas en la reclamación perpetua, la afrenta constante y el discurso de trincheras guerracivilistas con amenazas incluidas para quien ose dudar; no es precisamente un camino de reconciliación, ni con las parejas del sexo o condición que tengan, ni con el resto de partidos políticos. El día en que una concejala de Servicios Sociales del PP presidiera un acto de repulsa, por ejemplo, de las mujeres que mueren a manos de sus parejas, ¿qué sucedería? Mucho nos tememos que el reducto-negocio-discurso se defendería con uñas y dientes porque, en el fondo, se les habría hurtado no sólo su espacio, sino su protagonismo.
En todo caso, la cuestión de fondo, que es la que debería importar, el acoso de cualquier tipo y género, tiene que ser condenable y erradicado de nuestra sociedad con sana educación y justicia eficaz.